Conozco mucha gente que va a votar por Alejandro Ordóñez a sabiendas de que organizó una quema de libros en Bucaramanga cuando era concejal en 1978. Conozco mucha gente que aplaude el hecho sobre todo después de saber que entre los ejemplares sacrificados al fuego estaba Cien años de soledad porque acá García Márquez siempre ha tenido fama de traidor comunista, de agente de Fidel Castro apátrida, de ateo que se debe quemar en el infierno como lo condenó, horas después de su muerte, la congresista Maria Fernanda Cabal.
La quema de libros fue uno de los primeros actos que ordenó Hitler recién llegó al poder en 1933. Desde entonces se constituyó en una de los rasgos más representativos de la brutalidad nazi. En Latinoamérica Ordóñez tiene el dudoso honor de ser el único aspirante a la presidencia en haber organizado este acto vandálico. Bueno, la verdad que esto no debería sorprender a nadie. Acá las ideas hitlerianas siempre han sido bien recibidas.
En 1938 Laureano Gómez —el patriarca conservador cuyas ideas han influenciado al uribismo— promovió una Noche de los Cristales Rotos para destruir las vidrieras de los pocos comerciantes judíos que se habían logrado asentar en Bogotá. En 1941 Navia Cajiao, el ministro de Minas de Eduardo Santos, abucheó a Winston Churchill en una película que veía en un cine en Bogotá. Los que lo conocían afirmaban que simpatizaba con la ideología nazi, como buena parte de los políticos de la época. Esta foto, tomada en marzo de 1950, retrata a unos entusiastas del nacionalismo repartiendo volantes con el rostro del führer en la salida del Teatro Junín de Medellín. En las marchas contra Juan Manuel Santos y el proceso de paz con las Farc que se organizaron consecutivamente en abril de 2016 y 2017, La Tercera Fuerza, el grupo neonazi más popular de Bogotá, encabezó la manifestación.
Tercera Fuerza fue creada por Iván Roberto Duque, mejor conocido como Ernesto Báez, temible jefe paramilitar del Bloque Central Bolívar y el abogado Fernando Antonio Vargas Quemba, quien desde el Comité Nacional de Víctimas de la Guerrilla que preside, se constituyó en un fuerte opositor del Proceso de Paz con las Farc. Vargas Quemba pertenece al culto lefevrista, el mismo que abraza el exprocurador Ordóñez.
Los cristianos y la ultraderecha
están listos para llegar a la presidencia en el 2018.
Harán trizas el acuerdo de paz con las Farc
No conozco las cifras de las encuestas pero monto en Transmilenio y soy chismoso. La gente de a pie sueña con tener en Colombia un presidente como Donald Trump. Su carácter autoritario, sus millones, su misoginia, su xenofobia, su ramplonería y soberbia, son atributos bastante apreciados por el colombiano promedio. Políticos afines al exprocurador, como el concejal Marco Fidel Ramírez o la diputada Ángela Hernández, celebraron en su momento la victoria de Trump. Lo celebraron porque les servía como caldo de cultivo para sus intereses: Los cristianos y la ultraderecha están listos para llegar a la presidencia en el 2018. Harán trizas el acuerdo de paz con las Farc.
El silencio de Donald Trump sobre los desmanes de los ultranacionalistas blancos en Charlottesville es una prueba de que La Casa Blanca está habitada por un extremista. Un silencio que también ha sido replicado por la extrema derecha colombiana. Una extrema derecha que cada vez tiene más adeptos en el país. Estoy cansado de leer en redes a tantos colombianos decir que sí, que Hitler se equivocó en algunas cosas, pero que igual fue un líder brillante que levantó a Alemania de la quiebra en la que la habían dejado los judíos que pactaron en Versalles al final de la Primera Guerra Mundial. Que sí, que Hitler mató a unos cuantos millones de judíos pero sus razones tendría porque es que los judíos, además de ateos, son usureros. Estoy asustado al escuchar a tanto enemigo del proceso de paz hacer comentarios despectivos sobre los negros, los gais, los indígenas, los ateos, los científicos o los intelectuales.
Acá hay una rebelión de los que quieren a Colombia libre de ideas liberales. Alejandro Ordoñez encarna ese sentimiento. Ha sido el único que tuvo los pantalones para atentar directamente con la inteligencia de este país —que tanta subversión ha dado— quemando libros. Las ideas extremistas, que rayan con el nazismo, no se deben tolerar. Se deben combatir y destruir a punta de educación y también deben judicializarse. Escuchar a uno de esos pastores del ordoñismo desde su púlpito con el convencimiento que les da la verdad, da miedo. Ver el fervor que despierta cada vez más Ordóñez aterra.
Hay que hacer algo y pronto. El odio religioso amenaza con montarse en la presidencia en el 2018.