Alex Saab, en el 2011, estaba en la cresta de la ola. Atrás habían quedado los días en los que su esposa, Cinthya Certain Ospina, hija de un ex alcalde de Barranquilla, tenía que hacer tortas para mantenerlo a él y a sus hijos. En el 2009 había quedado enlodado con la orden de Hugo Chávez de congelarles a empresarios colombianos las ganancias obtenidas por el CADIVI, el estrafalario sistema que había inventado Chávez para ganarle la partida al dólar. Fue su retaliación al ataque de Uribe al campamento de Raúl Reyes. Saab, entonces un reconocido empresario barranquillero tenía represados USD 30 millones que le adeudaba el gobierno venezolano. La senadora Piedad Córdoba fue su salvación; no sólo le recuperó la deuda sino que le trazó la ruta de un enriquecimiento ilimitado con el corrupto gobierno de Chavez que lo llevó a amasar una fortuna que en el 2011, superaba los USD 1.000 millones.
Convertido en un millonario que se pavoneaba por el mundo con los petrodólares apareció en el horizonte la deslumbrante París con sus fiestas nocturnas y en el centro de éstas: Camila Fabbri. Su mujer colombiana, de la élite barranquillera, Cynthia Certain, cada día quedaba enterrada en el pasado, una humillante situación que la llevó a contratar un detective privado que pusieron en evidencia que el derroche de gastos desorbitados registrados en su American Express tenían nombre propio. Poco a poco, golpeada en su honor propio, fue descubriendo que su marido, el padre de sus hijos, había caído, prenda por una despampanante modelo italiana, una romana 23 años menor que él, de nombre Camila.
El romance empezó a desenvolverse con rapidez ya no solo en el escenario europeo también, a este lado del Atlántico, en Barranquilla. En el barrio Riomar, en la carrera 58, entre calles 85 y 84, empezó a levantarse una construcción de 3.000 metros cuadrados que se la hizo para complacer a Camila Fabbri. Fue la cachetada que Saab quiso darle a sus amigos socios del Country Club por haberle negado el ingreso a su novia.
Camilla Fabbri se presentaba en redes sociales como una estudiante cuyo hobby era ser modelo pero que su sueño era ser periodista, ya fuera como presentadora de televisión o columnista de un periódico. Cuando Saab quedó flechada por ella cuando la vio en un restaurante en París, Fabri ya era conocida en los tabloides por su noviazgo con el famoso jugador de fútbol, el defensa brasilero Felipe Anderson, quien jugaba en la Lazio de Italia.
En un video publicado en Youtube ella se presentaba como “decidida, volcánica, de energía solar y súper activa'. Puedo hacer tres mil cosas al tiempo, pero me gustaría hacer más y más, siempre hiperactiva, no me gusta estar quieta”. En el icono de Whatsapp Alex Saab tenía siempre la foto de un ojo azul, cuando le preguntaban al empresario que de quién era ese ojo él decía “es la mujer que me enloqueció”.
Pero Saab cargaba con el peso de su infidelidad y obsesión en la conciencia. Al regresar a Barranquilla le compró a Certain y a sus dos hijos tres apartamentos en el edificio Bellagio, una construcción de 24 pisos en donde también tenía un apartamento Shakira. Era tal el desespero por granjearse el perdón de su familia que en el cumpleaños de uno de sus hijos le regaló un pony, los vecinos no protestaron cuando el animal se cagó en el lobby del edificio, creían que era parte de la fiesta que le iban a hacer al niño pero, según Gerardo Reyes en su libro sobre el empresario, el animal llegó para quedarse.
Desde 2016 Fabbri, a pesar de tener sueldo de estudiante, empezó a pagar alquileres exorbitantes como una casa en Paroli, uno de los barrios más exclusivos de Roma, a 5.750 euros mensuales. Un año después compró un vehículo Rover Range Evoque que le costó 50.000 euros y en 2018 compró un apartamento en Via Condotti por un valor de 4.7 millones de euros. Según las autoridades italianas la modelo lavó dinero de su esposo.
Por eso hizo lo imposible por convertir la casa en un palacete de habitaciones inmensas y salas de cine, además de amplios espacios para poner pianos de cola, jacuzzis y una piscina que envidiaría un hotel de Cinco Estrellas. Los vecinos siempre se preguntaban qué misterios esconde la casa con forma de búnker que se veía desde afuera y que estaba cotizada en 50 mil millones de pesos.
Este video acaba con el misterio:
Un misterio que se terminó cuando el palacete pudo conocerse a raíz de la detención de Saab, la extradición y posterior expropiación de sus bienes en Colombia, hoy en manos de la Sociedad de Activos Especiales. Ubicada en el exclusivo sector de Riomar, en Barranquilla, fue avaluada en $28.000 millones y después de embargada la pusieron a la venta en un proceso con Cisa, Central de Inversiones S.A, por un valor que supera los $10.000 millones de pesos. Ya han recibido varias ofertas pero aún no tiene doliente. Tiene una cancha de tenis en el techo que el mismo Saab mandó a construir para que los socios del Country tuvieran que verlo jugar, un rechazo del que nunca se repuso.