Durante los ocho años que dirigió la Misión de la OEA de Acompañamiento al Proceso de Desmovilización y Desarme de las Autodefensas Unidas de Colombia, Sergio Caramagna -fallecido este jueves en Buenos Aires- se dolió del escepticismo de aquellos críticos que nunca creyeron en los procesos de paz.
Según funcionarios colombianos que hicieron parte de su equipo, en su léxico personal no figuraba la palabra “crisis” porque, así el proceso estuviera en el ojo del huracán, él siempre tenía a mano una propuesta para salir del atolladero.
En alguna ocasión desafío con cifras a quienes siempre veían insuficientes o inútiles los esfuerzos de Colombia por conseguir la desmovilización y el juzgamiento de las autodefensas de Carlos Castaño. “En Bosnia se juzgaron 90 criminales de guerra. Después de la Segunda Guerra Mundial, en la que hubo millones de muertos, apenas fueron juzgados 150 jefes nazis. ¡Aquí se está intentando juzgar a más de 3.000!”, les decía.
De la misma manera como se jugó a fondo en el cumplimiento de la misión que le encomendó el entonces secretario General de la OEA Sergio Gaviria, habría apoyado los esfuerzos de paz total de Gustavo Petro, dice el sicólogo Germán Sánchez, integrante del equipo de la MAPP-OEA en aquella época.
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