El preparado discurso de Petro en la ONU lo oyeron estruendosamente en Colombia y acaso si lo miraron como el de un orate más en Nueva York. Como tal en el país ha causado revuelo pero, hasta ahora, ni Washington ni la prensa neoyorquina lo califica en altos o en bajos. Sin embargo, acudir a la ONU a decir que son tan venenosos para el mundo, y para Colombia, la cocaína, el petróleo y el carbón, le daña la sonrisa a más de un inversionista y debe la Casa Blanca ponerlo en la sala de espera. Dentro del país es justificable el alboroto. Hacía rato que un presidente no ponía a un lado las cadenas económicas y militares del imperio gringo para decir que la guerra de los Estados Unidos contra la droga ha fracasado. Y como aquí tenemos esa mentalidad de sumisos implorantes de la visa norteamericana o el deseo permanente de ser inversionistas por lo menos en algún apartamentico en la Florida, el discurso de Petro suena maluco y reafirma la tesis de sus enemigos de que irse contra las políticas gringas es acercar a Colombia a llegar a ser otra Venezuela.
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Una voz perdida en medio de tanto presidente hablantinoso y tan poquitos apoyando la tesis del mandatario colombiano, no va a causar ni la aceptación de la derrota ni la baja del consumo mundial de cocaína
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Pero no nos digamos mentiras, nada de lo que dijo Petro en la ONU es falso. La guerra contra las drogas ha fracasado, la selva amazónica corre gravísimo peligro y es la irracionalidad a nivel mundial la que lleva a creer que la droga que sale de Colombia causa más muertes que las millones que arroja anualmente el fentanilo. Lo que pasa, empero, es que una voz perdida en medio de tanto presidente hablantinoso y tan poquitos apoyando la tesis del mandatario colombiano, no va a causar ni la aceptación de la derrota ni la baja del consumo mundial de cocaína. Petro habló respaldado no solo en las 250.000 hectáreas de coca de su país, sino en el magro resultado de 40 años de andar guerreando por culpa de la prohibición anglosajona de la cocaína.
Llamarlo entonces como lo llamó Pastrana “el gran capo defensor de la cocaína” es una politización esteroide desde el desierto de los derrotados. Es más honroso aceptar, lo que dijo el profesor Jairo Libreros, que Petro sea estandarte de una coherente política pública antidrogas, salvadora de vidas y respetuosa con la naturaleza, así choque con la comunidad internacional consumidora de alucinógenos.