Para nadie es un secreto que el ejercicio periodístico es muy necesario en nuestra cotidianidad. Este nos permite entender y comprender lo que sucede a nuestro alrededor de manera más clara y precisa; además, desde una postura argumentada en versiones fidedignas de los hechos.
Ahora bien, en cierta manera los medios han tergiversado el sentido primario de la comunicación, centrando su preocupación en la inmediatez de la información y dejando a un lado la ética, la veracidad de los sucesos y la profundidad de los contenidos. Y esto no va separado del hecho de que en nuestro país (así como en muchos otros) no todas las personas que ejercen el periodismo están certificadas, sencillamente son profesionales o técnicos de otras áreas que cuentan con la habilidad para realizar la tarea.
Continuando con nuestro análisis, podemos evidenciar que con la apertura de un nuevo mundo tecnológico las maneras en las que se ejerce la profesión se han reinventado y esto exige una mayor inmediatez en el proceso mediante el cual se realiza la producción de contenidos. Desde mi postura como integrante del gremio debo decir que es claro que debemos adaptarnos a las nuevas exigencias del mercado y al surgimiento de las nuevas tecnologías, pero sin dejar a un lado la ética como personas y periodistas: nuestra labor siempre se debe asumir con toda la responsabilidad y el compromiso, pero sin ignorar la exigencia y rigurosidad que requiere.
Esto nos lleva a reflexionar acerca de la vocación que tenemos en la vida, tomando como referencia una entrevista realizada por la Universidad Central a Jineth Bedoya, quien propone que para ser un buen periodista es necesario sentir y contar con una verdadera vocación. Esa entrega, dedicación, decisión y seguridad de lo que se quiere hacer es aquella que permite que lo poco o mucho que se haga desde la profesión se realice con el corazón. Y si se hace de esta manera, todo queda bien hecho, con entrega y dedicación.
Complementando lo anterior, considero que para ejercer esta bonita carrera se necesitan dos cosas: lo primero, tener la vocación, es decir que se lleve el periodismo en la sangre y se tenga siempre la pasión para realizar los ejercicios que conlleve la profesión; y lo segundo, que a diario fortalezcamos el amor por la lectura, ya que para ser un buen y verdadero periodista se debe conocer un poco de todos los temas, para de esta manera argumentar posturas frente a las diferentes situaciones a las que nos vemos expuestos durante el ejercicio de nuestro quehacer.