Adán Sánchez y Eva Martínez fueron sacados de la invasión El Edén en la ciudad de Valledupar, en diciembre de 2015, por parte del grupo ESMAD de la Policía Nacional. Los empujones, los enfrentamientos a piedras y a palos, y los gases lacrimógenos obligaron a esta familia a abandonar por unos días el barrio. Se marcharon junto con sus cuatro hijos para la casa de un pariente lejano, quien los recibió con la condición de que su estadía fuera por poco tiempo.
Por eso en enero de 2016 a menos de dos semanas de haberse ido del Edén, les tocó volver porque no tienen otra forma de encontrar vivienda.
Adán y Eva ya habían sido antes expulsados de tierras, ellos llegaron desplazados de la violencia paramilitar en el sur del departamento del Cesar. Cuando creían que la vida les sonreía, pues Adán había conseguido empleo de mototaxista y Eva tenía un negocio de venta de minutos de celular, la vida les volvió a dar tumbos, porque a pesar de haber vuelto ocupar sus casas, no saben por cuanto tiempo será, corre el rumor de que, a final del mes de febrero de este año va a volver el ESMAD con la Inspectora Yomaira Armenta Vega, a cumplir con la orden desalojo que había sido aplazada en el mes de diciembre, por orden de un juez. La diligencia fue suspendida por el Juez Primero Civil del Circuito de Oralidad de Valledupar, lo que no significó la cancelación de la misma.
El juez solicitó el censo de la población. El desalojo quedó suspendido y las más de 200 familias en condición de desplazamiento tuvieron unos días más para refugiarse en las viviendas.
No obstante, la suspensión no significaba la no realización del lanzamiento. Ante este hecho que preocupa a la comunidad de esta zona al sur de Valledupar, los residentes afirman que les genera incertidumbre, puesto que la administración no les ofrece ayudas, si no que los quiere “dejar en la calle”.
A ojos cerrados del Alcalde de la ciudad de Valledupar, Augusto Daniel Ramírez Uhía, ("Tuto Uhía"), el pueblo le pide que; ‘¡No se deje tentar a comer del fruto del árbol prohibido!’.
Mucha gente se pregunta; ¿es que acaso en su gobierno no le va a dar cabida al derecho a una vivienda digna? ¿Por qué tanto interés en estos predios?
¿Quién le responde a Juana Fontalvo, madre de una niña con parálisis cerebral que falleció a causa de la inhalación de los gases lacrimógenos lanzados por el ESMAD en diciembre de 2015, cuando intentaban desalojar a la comunidad del Edén?
¿Cuál y cómo, es el plan de reubicación para las 200 familias del Edén, que se pueden ver afectadas por la medida de desalojo?
¿Cómo va el censo ordenado por el Juzgado Primero Civil del Circuito de Oralidad, a la Alcaldía de Valledupar, la cual se le ordenó que; gestionará ante la Agencia Presidencial para la Acción Social un censo para las familias ubicadas en el barrio El Edén, con la finalidad de identificar y proteger los derechos fundamentales de menores de edad, de los desplazados, las mujeres embarazadas y un grupo numeroso de deportados de Venezuela?
¿Será posible que los líderes de la comunidad del Edén puedan sentarse a dialogar en una mesa de trabajo, con funcionarios de la alcaldía de Valledupar, para evitar dar cumplimiento a una inconstitucional orden de desalojo?
Dar respuestas a estas preguntas sería un acto mínimo de decencia administrativa, si es que eso todavía existe.
Para Adán Sánchez la situación es abrumadora, él un devoto creyente, hizo simplemente lo que mandó Dios al crear el mundo: “…Fructificad y multiplicaos, henchid la tierra y sojuzgadla; y tened dominio sobre… todo ser viviente que se mueve sobre la tierra” (Moisés 2:28). Pero a nuestra ampona clase dirigente poco le importa el bienestar de los millones de adanes y evas de este bellaco país.
Finalizo parafraseando a Gabriel García Márquez;
“¿A dónde queda esa ciudad en que las estirpes condenadas a cien años de soledad tienen por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la faz de la tierra?”.