Entre marzo y abril se realiza una nueva exposición en la galería parisina de avantgarde Laurent Strouk que presenta artistas sobresalientes del arte contemporáneo, entre ellos el argentino Antonio Seguí. Uno de los temas principales de esta exposición de Seguí es el tratamiento del fondo realizado con una escritura surrealista de frases sueltas que proviene de conversaciones suyas, o de programas de radio o de algo que acaba de oír. París es su ciudad desde los años 60 y la conquistó antes de Picasso y después de exhibir en el museo Georges Pompidou. Hoy vuelve a su público comercial con el mismo tono irónico, su aproximación a la figura caricaturesca en la que el ser humano vive todas las vicisitudes de su soledad. Vuelvo aquí a retomar a este gran maestro del arte latinoamericano porque nunca ha dejado de tener un lenguaje actual, irreverente y provocador.
El mundo que Antonio Seguí inventa lo hace desde la memoria de su infancia en Córdoba, Argentina. Su propuesta es la figuración, un género que lo ha acompañado siempre. En sus primeros años el acercamiento a la pintura tiene una carga expresionista, una pintura densa y un espacio cubico caótico y claustrofóbico. En esas primeras pinturas ya están presentes, sin embargo, los temas que serán centrales en el desarrollo de su obra: la figura urbana, el espacio múltiple que maneja con magistral rigor, y técnicas que varían constantemente de regla.
El segundo momento de la obra de Seguí está marcado por una atracción por el Pop internacional. Crea una versión propia, mordaz, irónica, e interpreta la sociedad desde una orilla muy original. En un comienzo utiliza elementos de la academia del arte, pero en una actitud vanguardista incluye en sus composiciones detalles conceptuales que dan otra lectura a su trabajo. De esta manera, su aproximación a la historia del arte tiene una interpretación dinámica, construye y deconstruye los espacios pictóricos, arma y desarma la instancia figurativa, continua con los temas sociales pero altera el significado de los mismos.
Antonio Seguí, Hombre al agua
Su eje temático es la conducta social. El artista que toma distancia y recrea instancias para las relaciones humanas, las interacciones familiares, las parejas o grupos que responden a la conducta de una sociedad bombardeada con éticas prefabricadas y estéticas reglamentadas que definen la “pose” superficial y la imagen de las personas.
Antonio Seguí, Una esquina, 2016
En una etapa posterior, donde también se conjugan lo social y lo Pop, regresa al espacio cerrado y a la objetualidad como en las cajas de madera con espacios escenográficos que definen anécdotas conceptuales de las interacciones humanas desde ídolos de Hollywood hasta personas comunes de las que omite el cuerpo para incluir solamente la ropa, el género, la edad. En la siguiente etapa de la obra de Antonio Seguí la alteración de los valores es parte de su ética y el orden de los factores viene sutilmente representado con una connotación siempre lúdica.
Esta aproximación al juego humano tiene su clímax en la obra: “Haga usted la historia” en la que propone la interacción del espectador con la obra dejando espacio a múltiples interpretaciones y a una lectura infinita. Al igual que en un rompecabezas, las imágenes pueden fragmentarse en piezas convertidas en imanes que caben en cualquier lugar. Ojalá estuviera yo es París acompañánd¨Pablo Beltránolo a reírse de sí mismo.
