Si hay una palabra que sirve para designar el crimen contra la candidata a la alcaldía de Suárez (Cauca) Karina García Sierra, esa es sevicia. Esos seis caracteres designan crueldad, espíritu para hacer sufrir, demuestran la intención despiadada de hacer daño. El asesinato brutal de esta joven mujer, su madre y cuatro personas más es la radiografía crítica que muestra dos cosas, por una parte, cómo la ausencia reiterada y calculada del Estado en los territorios permite que estos sean ocupados por fuerzas ilegales, que sin mayor impedimento lo apropian imponiendo su versión trastornada de ley y orden, y, por otra parte, retrata la violencia que sufren muchas mujeres que hacen de la actividad política su trabajo.
Ahora bien, hay diversas causas que configuran la ausencia del Estado en esta región del país, por una parte, una base de desprecio hacia el territorio, esta es una concepción histórica que denota el quiebre profundo entre el país rural y el urbano. No hay que olvidar que estos territorios eran indígenas en la Colombia precolombina y luego ya en la colonia fueron latifundios y posteriormente haciendas. De tal manera que la base de la problemática pasa por la violencia estructural impuesta sobre las comunidades por los grandes latifundistas y hacendados. Luego, ante los avatares de la violencia política, el auge del narcotráfico, el territorio fue apropiado por los actores conocidos que han impuesto a punta de terror su lógica conservadora y machista.
Desde hace varias décadas, la región del norte del Cauca ha sido sometida a toda suerte de violencias, ya que, debido a su ubicación estratégica, se ha hecho corredor del narcotráfico hacia el pacífico, con todo lo que esto implica para sus comunidades. La disputa entonces por el territorio entre los diversos grupos ilegales tiene a la ciudadanía de esta zona sitiada. Esto debido a que, desde el punto de vista económico, quizá la única actividad rentable, tiene que ver con los cultivos ilícitos, porque los legales, ya se sabe, no tienen salida. Esto entonces genera una dependencia económica de la ilegalidad que permea y manipula todas las instancias y que ve en personas como la candidata García Sierra, una amenaza a ese equilibrio. Su crimen y el de sus acompañantes, encaja en la recurrente categoría de las muertes anunciadas, que, por lo mismo, podrían prevenirse de haber verdadero interés, seriedad y compromiso con el ejercicio democrático. Pero en regiones turbulentas, donde las autoridades son, muchas veces, figuras de decorado o socias de los verdugos, esto es inviable, ya que la ilegalidad es la norma y quien la cuestione cae en el desfavor de los criminales.
En el video del 21 de agosto, manifiesta su preocupación
por el acoso hacia su campaña por parte de los violentos, de sus rivales políticos,
cuyas mentiras y calumnias la habían puesto en la mira
Por otra parte, la sevicia del crimen contra el grupo que lideraba la candidata García Sierra, envía un mensaje contundente, que expresa, no solo lo antes expuesto, sino que además resalta que también es un crimen de género, pues se trataba de eliminarla a ella, a sus aspiraciones políticas, percibidas por los asesinos como una especie de afrenta a su dominio y al lugar que en sus mentes retorcidas debe ocupar una mujer en la sociedad. Ella misma, lo deja entrever, en el video del 21 de agosto, donde manifiesta su preocupación por el acoso hacia su campaña por parte de los violentos, así como por el de sus rivales políticos, cuyas mentiras, calumnias y quien sabe que otras acciones la habían puesto a ella en la mira. La verdad es que de su crimen y el de sus acompañantes, muertes que doblegan de dolor a sus familiares y amigos, no solo son responsables los criminales que lo perpetuaron, o los alias de quienes los enviaron, también son responsables quienes con sus calumnias y malas prácticas incitaron la acción, así como de las autoridades que no pudieron o quisieron prevenir el atentado contra la primera mujer que se atrevió a “levantar la mano para decir que quiere participar” como lo señala ella en el video donde denunció el conjunto de malas intenciones que finalmente le costaron la vida.
Por último, hay que resaltar que este crimen, que no es aislado, que obedece a una campaña nacional orquestada desde los campamentos de los violentos, pero también desde los intereses particulares de alguno que otro, quedará seguramente impune como tantos otros que han sacudido a las regiones y al país en esta convulsa campaña electoral.
Nota al píe: mujeres como la joven Greta Thunberg demuestran que la juventud no es impedimento para liderar causas en beneficio del planeta, celebro su valor y su compromiso.