El joven Rudy Alberto Vargas, estudiante de derecho de la universidad Sergio Arboleda, no podía conciliar el sueño, sus trastornos y crudos recuerdos del pasado comenzaron a diezmar su rendimiento académico. Las citas con los psicólogos de la universidad no fueron suficientes hasta que sus padres, Ibet Orozco y Gustavo Vargas, tomaron la decisión de buscar ayuda profesional: la encontraron en el Hospital Universitario Fernando Tronconis, ubicado en Santa Marta, donde comenzó el tratamiento del joven Rudy quien aun no se recupera. Allí se comenzó a saber la verdad de uno de los cientos de casos de acoso y abuso sexual que se han cometido bajo la sombrilla de la fé y con la anuencia de una parte de la dirigencia de la iglesia Cátolica.
Luego de varias terapias y de conversaciones privadas con sus padres y los profesionales que lo trataron, Rudy confesó el motivo de su perturbación; venía sufriendo un acoso sexual sistemático por parte del párroco José Jair Vélez (16.547.646), quien forma parte de la comunidad de los vicentinos, de la que formó parte entre los años 2008 y 2011, época en que el joven y entonces monaguillo Rudy Alberto Vargas, habría sufrido el acoso sexual que ha denunciado ante los jerarcas de la iglesia Católica y la Fiscalía General, a través de sus padres.
El pasado 24 de mayo de 2016 los padres de Ruby le dirigieron un oficio al obispo de Santa Marta, Monseñor Luis Adriano Piedrahita Sandoval, en la que relatan los hechos que configuraron el abuso que tiene al padre José Jair Vélez apartado de su cargo de párroco pero aún sin consecuencias judiciales ni acciones disciplinarias por parte de sus superiores en la Iglesia Católica. Esto fue lo qué pasó, sin que la justicia haya aún actuado.
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