Acoso laboral y sexual, otra tarea pendiente de la Corte Constitucional

Acoso laboral y sexual, otra tarea pendiente de la Corte Constitucional

Aunque las brechas de género se han reducido, todavía queda trabajo por hacer al respecto. Además, también hay otros asuntos apremiantes que atender

Por: Sandra Milena Muñoz Cañas
agosto 28, 2020
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Acoso laboral y sexual, otra tarea pendiente de la Corte Constitucional
Foto: PxHere

En un reciente informe de abril del 2020, titulado Las capas del Techo de Cristal: equidad de género en la Corte Constitucional, se revela que actualmente trabajan en la Corte Constitucional 244 personas, de las cuales el 51,7% son mujeres y el 48,3% son hombres.

En principio estos datos develan que trabajan más mujeres que hombres; pero, comparando esta cifra con altos cargos, se observa que de los 9 magistrados titulares, la mayoría son hombres: 6 y solo 3 son mujeres.

Por otro lado, vemos que hay más paridad entre las y los magistrados auxiliares (14 mujeres y 13 hombres) y hay más mujeres ocupando el siguiente cargo en nivel de responsabilidad que es el de profesional especializado grado 33 (24 mujeres y 21 hombres).

Este panorama inicial y general muestra, en principio, que en la corte se están disminuyendo las barreras y las mujeres han ido ocupando cargos de mayor jerarquía y han adquirido visibilidad. Adicionalmente se evidencia que no hay desigualdades en términos de ingresos, ya que la escala salarial de la rama judicial está definida por la Ley 4 de 1992. Este tipo de normas ayudan a superar ciertas barreras, pero no es lo único a tener en cuenta; se deben transformar patrones y normas culturales que se observan en las capas internas de las relaciones laborales y que no son explícitas.

El trabajo en servicios generales-atravesado por los estereotipos de género

Preocupa que las “áreas de apoyo como la coordinación administrativa, de comunicaciones y de sistemas están en cabeza de hombres y, casi la totalidad de las personas que apoyan las tareas de aseo y cafetería (servicios generales), son mujeres (18 de 20). Esto nos corrobora que aún en la corte las mujeres ocupan los puestos de trabajo bajo estereotipos de género; en otras palabras, las labores de aseo se siguen entendiendo como las típicas labores subvaloradas de las mujeres, por el mito de ser connaturales al hecho de ser mujer.

Asignación de funciones que no les corresponden según el cargo

“De acuerdo con quienes contestaron la encuesta, el 7,4% de las personas considera que hacen tareas que no están acorde a sus funciones, en particular, lo manifiestan las personas que trabajan en la Secretaría General (16,7%), y el 18,2% de las mujeres del área de presidencia”.

Muchas de estas otras actividades fuera de su cargo que realizan las mujeres dicen las entrevistadas están relacionadas con actividades que se cree que por el hecho de ser mujeres las harán mejor, “es decir que, a pesar de que se reconocen las habilidades del cuidado y las habilidades de articulación y coordinación que tienen las mujeres, al final estas también se asumen como las razones por las cuales las mujeres no tienen las mismas posibilidades de ascender profesionalmente dentro de la corte”. En este sentido, el (5,1%) considera que, a pesar de sus esfuerzos, su carrera se ve obstaculizada intencionalmente por los superiores.

Discriminación de género, clase, étnico racial y otras

Los tipos de discriminación que se viven en la corte no solo afectan a las mujeres por ser mujeres, siendo este uno de los atributos más visibles, también identifican que en la corte hay discriminaciones de clase por condiciones socioeconómicas, étnico raciales y de diversidad de género, a tal punto que no se habla del tema; al respecto dice uno de los entrevistados: “hay distintos niveles de discriminación dentro de la corte, por rango jerárquico, por nivel educativo y por la universidad donde estudian las personas, por la dependencia en la que trabajan (suele tratarse distinto a las personas de Secretaría General y a las de Presidencia), por la edad, por el  nivel socioeconómico e, incluso, por la región de dónde vienen.”

Hay ascensos, pero tener más responsabilidades tiene un alto costo para las mujeres

Las mujeres manifiestan que “crecer profesionalmente implica renunciar a la posibilidad de tener una familia y, en caso de no renunciar a ello, implica asumir dobles jornadas, incluso, a costa de su salud y de su estabilidad emocional; o asumir tareas que no les corresponde y que se alienan a la división sexual del trabajo”.

Hostigamiento y acoso sexual

Del informe se resalta con preocupación el uso de expresiones sexistas como una práctica común al interior de la corte, los entrevistados cuentan que: “están socialmente aceptados los chistes con connotaciones sexuales y son celebrados por los jefes (…) a las secretarias sí se les puede decir mi amor, mi vida, mi reina. He visto mucha violencia verbal, mayoritariamente dirigida a mujeres”.

Varias mujeres señalan que hombres de cargos más altos o compañeros de trabajo les han pedido citas no laborales y las mujeres se han sentido presionadas a aceptar “diez personas dicen haber sido víctimas de tocamientos, caricias o roces que les han hecho sentir incómodos. Dos hombres reportaron este tipo de acoso por parte de una compañera y los ocho casos restantes son de mujeres (…) además, doce personas dicen haber recibido propuestas directas sobre tener relaciones sexuales en el marco de las relaciones laborales”.

Las fiestas de fin de año de la corte y el “judicantear"

Las entrevistas develaron que las fiestas de fin de año en la corte son el espacio por excelencia para que hombres de altos cargos acosen a mujeres de más bajos cargos laborales, en un aparente consentimiento viciado por las relaciones desiguales de poder que representan estos hombres en la corte, uno de los testimonios relata que: “en la fiesta de final de año de la corte, hombres de mayor rango se involucran con mujeres de cargos de menor responsabilidad o, con los judicantes”. En la corte se habla de “judicantear” “esto hace referencia a que los funcionarios de la corporación buscan tener una relación romántica o sexual con los y las judicantes”.

No se puede perder de vistas que los y las judicantes son los más vulnerables en estas relaciones, por lo que denunciar casos de acoso es más complejo, sobre todo en un espacio como la corte en donde los mecanismos como el Comité de Convivencia no funcionan adecuadamente (el 36,6% de las personas encuestadas dice que dichos mecanismos no existen, o que no saben si existen) y en donde parece haber una “aceptación generalizada de los comentarios sexistas y discriminadores”.

Las mujeres han buscado otras formas diferentes a las denuncias, para salir de estos cuadros de acoso, que terminan por reforzar “los estereotipos y los comportamientos que se esperan de cada uno de los géneros”.

¿Por qué no se reportan los casos de acosos en la corte?

“Las razones para no reportar los casos fueron en su mayoría pensar que lo sucedido no tenía importancia. Particularmente, así lo mencionan los hombres. El 31% no lo hizo porque no quería que nadie se enterara, en especial las mujeres, así como el 33% de ellas no lo hizo porque no quería perder el trabajo y el 14,8% porque pensó que no le iban a creer o por miedo, mientras el 11,1% no lo hizo porque no confía en las autoridades (…) La falta de confianza en las autoridades se refuerza con el hecho de que el 27% de las personas que reportó algún tipo de acoso no denunció porque cree que no vale la pena hacerlo porque nunca pasa nada (25% de los hombres y 29,6% de las mujeres) y porque, adicionalmente, el 4% no sabe a dónde acudir”.

Otras formas de discriminación: trabajadoras de servicios generales

Esta labor al interior de la corte se discrimina por el tipo de contratación que tienen, ya que no son vinculadas directamente, sino que se contratan mediante empresas tercerizadoras, lo que claramente afecta la calidad en el empleo y la estabilidad laboral, muchas de ellas han denunciado que “han cambiado tantas veces de empresa que las contrata que han perdido semanas de cotización”.

Conclusiones

A simple vista hablar de techos de cristal de cara al número de mujeres laborando en la corte, los ascensos y al ver la equidad en la remuneración salarial, parece no tener lugar. Sin embargo, hay capas internas no visibles fácilmente sobre las que hay que trabajar, como:

1. “La presencia de una trasversal cultura de discriminación por identidad étnica o de género, clase social y lugar de procedencia, entre otros".

2. "Una segunda estaría dada por la jefatura femenina del hogar, la doble jornada y los imaginarios sexistas que perpetúan de los roles y estereotipos de género".

3. "La tercera capa se basa en la tolerancia a las violencias de género y, en particular, en la falta de políticas institucionales que sancionen”.

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