Es pan de cada día el sufrimiento y el malestar que genera para miles de ciudadanos de Bogotá, y municipios aledaños, el uso del Transmilenio. La incomodidad, las demoras y la inseguridad latente en alimentadores, articulados, estaciones y portales, somete al individuo de a pie a soportar un sistema de pésima calidad que no muestra mejoras.
Todas estas circunstancias a las que nos vemos sometidos han despertado dentro del inconsciente colectivo hábitos y malas costumbres que en años anteriores se intentaron combatir. Estas muestras de horrenda "cultura ciudadana" se reflejan a diario en todo el sistema por ciudadanos que no temen pasar por encima de otros con tal de entrar primero al articulado; de empujar y llevarse por delante adultos mayores, mujeres embarazadas o personas con niños de brazos con tal de alcanzar una silla.
Tristemente, he observado y he sido partícipe de estos eventos de manera reciente, y con profunda angustia al ver cómo mi esposa embarazada se "aguanta" estas montoneras que intentan de manera desesperada embutirse dentro de un articulado, empujado pasito por pasito, generando una gran presión contra las personas que se encuentran adelante poniendo en riesgo la integridad no de una sola persona, de solo de mi esposa, sino a diario, de miles de individuos que con frágil equilibrio se mantienen al borde de una muy delgada franja amarilla.
Al llegar el articulado, se genera una explosión de afanes y de angustias al intentar todos meterse al mismo tiempo por unas puertas que tienen menos de 2 metros de ancho, donde hombres y mujeres se hacen de sus codos, brazos y cuerpos para empujar, ocupar un espacio y entrar de la manera mas afanosa a un bus que en menos de un minuto, estará lleno de la manera más inhumana posible. Las angustias ya mencionadas se manifiestan aun dentro del articulado, la aceleración y el frenado del vehículo, que sumado a la presión que se ejerce por la cantidad de personas aglomeradas dentro de ese espacio confinado, hacen de estos recorridos momentos sofocantes e incómodos que tienden a empeorar cada vez que se acerca a una nueva estación donde entrarán mas personas.
Sin embargo, todas esas circunstancias dejan entrever algo en lo que estamos muy mal, y es nuestro comportamiento dentro de la sociedad, nuestros comportamientos con el sistema, nuestros comportamientos con otros individuos. El sálvese quien pueda, el "ser mas vivo que el otro", el primero yo, segundo yo, tercero yo y lo que sobre para mi, la indiferencia y la indolencia con el otro, nos lleva a una espiral descendente que puede terminar en una absurda tragedia.
Se requiere de más cultura ciudadana, esto es indiscutible, campañas que sensibilicen el hecho de que todos tenemos madre, todos llegaremos a viejos, todos en algún momento estaremos vulnerables, el erradicar de nuestros hábitos culturales al "avión" o al "abeja" que aprovecha cualquier oportunidad para colarse, para empujar y "ganarse" la silla, para dejar de lado al indiferente enajenado por su teléfono.
Y otra cosa indiscutible, este sistema de transporte masivo, requiere cambios estructurales, de fondo, porque simplemente, colapso, no da más, y sumado a su falla estructural, se le ha sumar que este sistema fue en detrimento de la cultura ciudadana, al obligar al individuo común y corriente, a tener que luchar por un servicio que ya pago, costoso e ineficiente.