Durante casi todo el siglo XX, una poderosa fuerza creadora, abigarrada, dispar y ubicua, construyó caminos, escuelas, iglesias y barrios completos por toda Colombia. Ejércitos completos de voluntarios trabajando a destajo, sin sueldo ni horarios, realizaron obras de todo tipo, entre el caos del nuevo país surgido a partir de las forzadas migraciones masivas, generadas por toda clase de violencias. Absurda paradoja: gentes huyendo del campo por odios ajenos, hacia la miseria de los arrabales y tugurios de las ciudades, que desbordaron su capacidad de atenderlos. Ni en servicios ni en apoyo social. Nada inusual…entre algo extraordinario. Todo estaba por hacer. Y esa muchedumbre errante y sin horizontes, decidió que debían tener un sitio propio. Hecho por ellos.
En simple manifestación del espíritu gregario y natural del hombre, usaron la solidaridad como herramienta básica de supervivencia. No era nuevo. Se había originado en las frías cavernas en que, nuestros antepasados, se refugiaban asustados. Fue lo primero que compartieron instintivamente… el miedo y sus cuerpos. Aún no comprendían el mundo que habitaban. No sabían por qué, pero eran gregarios. Su instinto dijo que, juntos, sus probabilidades de sobrevivir, eran mayores. Varios cerebros primitivos formaron una simple y misma lógica… era juntos como lograrían sobrevivir. Así descubrieron y amansaron el fuego. Así, juntos y a una sola voz, cazaron enormes presas para alimentar a la horda. Claro, fue miles de años “antes de América”. Y en el otro extremo del mundo. Fue in illo témpore, allende el mundo.
Localmente hablando, ya en toda América, existían viejas formas de apoyos colectivos para solucionar problemas y satisfacer necesidades cotidianas de sobrevivencia o para construir la infraestructura locativa en cada asentamiento. Fue una práctica común a los pueblos indígenas, que la llamaron minga, y que los criollos recién llegados, asumimos como herramienta válida y eficaz, con el nombre de convite o gavilla, en el buen término de vocablo. Obedecían a una sola regla de dos puntas: la necesidad y la solidaridad. Lo necesitamos. Lo haremos sí queremos tenerlo. Y juntos es mas fácil. Gregarios. Pobres. Solidarios. Tenían una vida en la que todo estaba por construir. Nadie lo haría por ellos, Había que “hacer lo necesario” para realizar parte de sus sueños, que con todo y ser individuales… se volvieron colectivos a fuerza de compartir la vida y las circunstancias. El mundo era nuevo y ellos necesitaban amoblarlo. Necesitaban construir un hogar útil a todos. Por eso la tarea era de todos. Llegaron antes, construyeron antes. Pero aquellas NO eran gentes diferentes. Solo que como no había nada… alguien debía de hacerlo. El país de hoy, tampoco es tan diferente, en especial para los más necesitados de siempre, aquellos para los que aún falta casi todo y necesitan sobrevivir: descubrir el nuevo fuego. Los pioneros de la minga, gavilla o convite, como quiera llamarse, solo sabían que tenían necesidad de sobrevivir como podían, en un país casi todo por construir. Gregarios- Solidarios. Lo hicieron casi todo, sin Normatividad legal, ni un orden regular. Las llamadas “Juntas de vecinos” fueron el “pegamento” de aquellos enjambres colectivos que, de afán y entre todos, construyeron precarios vivacs allí en donde se asentaron. Fue así como surgió cada caserío, cada pueblo… hasta llegar a la nación que somos. Ellos inventaron la “planeación improvisada” con una matemática simple: diez niños = 1 escuela, hay que hacerla, y aquel que medio sepa leer, que enseñe, (mientras). Veinte casas = una iglesia, hay que hacerla, Rosita que reza tan bonito, rece (mientras).
CONSTRUYENDO UN PAIS
Muchos de aquellos “constructores anónimos” eran peregrinos de la pobreza y asilados del miedo. Migrantes en busca de un sitio para plantar la vida. Algunos migraron por la fuerza. Odios ajenos sembraron terror, en donde ellos habían construido nidos de amor. Otros, simplemente buscaban un nuevo horizonte para los ojos de sus numerosas familias. Colombia era un país en agraz. Aún amarrado a las viejas costumbres coloniales y con “capataces de distinto tipo” Apenas empezaba a vislumbrarse el fin del país rural y el nacimiento de los grandes ghettos urbanos, en la periferia áspera de las grandes ciudades. Repetidos ciclos de una irracional violencia, despoblaron los fértiles campos del país, e inundaron de desesperados las orillas inhóspitas de ciudades y pueblos. Una migración por demás absurda, llenó de gente sin esperanza, sin educación y sin los medios económicos adecuados, los cinturones de miseria de las principales ciudades. Aún hoy, en parte de las irredentas colmenas humanas que cuelgan de las faldas de Medellín, no asoma la esperanza, no se vislumbra el mañana mejor que soñaron. Un mañana en el que solo aspiraban a “construir un hogar y educar a los muchachos” Algunos lo lograron, otros no.
TODAVÍA NOS QUEDA EL MAÑANA
Pero aún hoy existen espacios vacíos que llenar, obras comunales por hacer, puentes y caminos que abrir. Aún está presente la necesidad de hacer algunas cosas: “nosotros mismos, porque del cielo no llueven” En muchos lugares, urbanos y rurales, necesitan elementos básicos de supervivencia que no pueden esperar que hagan otros, y todavía creen en su propio esfuerzo. “Lo hacemos nosotros…o se queda sin hacer” es aún su lema. Todavía creen en el esfuerzo y el apoyo solidario. De esta forma, un concepto antiquísimo, la Minga, devino en lo que hoy es la Acción Comunal…. pero ya con una Normatividad. Les dieron reglas y cédula… pero siguieron siendo simplemente vecinos.
Claro, antes construyeron medio país a la medida de sus necesidades. Así surgieron, sobre la superficie de un país algo disperso e incomunicado, escuelas y caminos, barrios y caseríos que fuero dotando precaria pero constantemente, de aquello que sus vidas elementales necesitaban. Sin Normas. Solo tenían necesidades y sabían que debían de suplirlas ellos mismos. NO tenían capital, ELLOS eran capital y herramienta de trabajo. Hoy sobreviven muchos de esos espíritus solidarios. Hoy, como ayer, las necesidades no resueltas deben ser enfrentadas por la fuerza colectiva de las OAC. Debemos usarlas. El espíritu comunitario pervive. Aún creen en aquello de sobrevivir apoyados y apoyando. Ese es el real espíritu de la Acción Comunal…entre todos es más fácil. Y, todavía, en campos y pueblos, en ciudades y comunas de Antioquia tienen necesidades, de acuerdo con esta época. Amoblamiento humano, por construir. Obras por hacer, por mejorar o por ampliar. De manera increíble, en donde quiera que existe un asentamiento humano nuevo, la premisa mayor es: elijamos la Junta. Gregarios. Todavía conservan ese espíritu cooperativo y solidario que recibieron como legado de los pioneros, para sus almas de hoy. Para que hagan lo que tengan que hacer hoy.
Las Organizaciones de Acción Comunal, son más numerosas que nunca… pero siguen igual de pobres y necesitadas. Está subutilizada su fuerza ubicua. Aún hoy pueden aportar a la creación de una Antioquia más equitativa, más justa y productiva. Más amable con sus gentes de toda condición. Antioquia y Medellín… comparten un vergonzoso escenario de opulencia y miseria, que no debería de ser tan ostentoso. Que puede mimetizarse un poco, sí los más vulnerables se alejan un poco de la miseria y del peligro que implican sus frágiles asentamientos.
PROMOCION DE COSTOS
Falta mucho por hacer…a costos menores para el Gobierno… sí usa la fuerza comunal como punta de lanza. Y hoy, y aquí, sí que nos hace falta volver por los fueros del convite y la minga solidarios, como compromiso social colectivo. Tal vez bajo otros parámetros, pero con el mismo propósito: hacer lo necesario. Los índices de miseria en Colombia son alarmantes, injustos y aberrantes. Pero pueden disminuir un poco, sí facilitamos el hacer de la fuerza comunal de manera ordenada y proactiva. Un pueblo de gentes emprendedoras, rico en tierras, climas y aguas, languidece entre una pobreza que parece irremediable para una gran porción de su pueblo. NO hay razón para no hacer algo. Ellos ayudarán a hacerlo. Es cierto, el Gobierno solo NO logrará, ni podrá, hacerlo todo. Por eso necesita manos y voluntades allá, afuera, en los territorios en construcción o que necesitan reformar o complementar sus infraestructura locativa. Antioquia y Medellín pueden abrir el camino. Poner en marcha la “maquinaria comunal” reavivar su caldera. Trabajar junto con las organizaciones apoyados unos en el otro. Las JAC serán estupendos socios de trabajo y de Gobernanza, si las políticas, los métodos y las buenas voluntades se encuentran.
PREGUNTA: ¿Podemos diseñar una POLÍTICA COMUNAL nueva, dinámica y con la capacidad de auto impulso necesario para que la ACCIÓN COMUNAL de Antioquia sea de nuevo una fuerza creadora y constructora de infraestructura social y material? Serían estupendos socios en la construcción de ciudadanía, aparte de que sería mucho más barato y fácil construir los amueblamientos rurales y urbanos que hoy parecen una utopía. Un camino aquí, una escuela allí, un muro de contención allá, un acueducto ahí. Esa es la idea gruesa…diseñar la operatividad de una política Comunal seria y apropiada. Lo que sí es seguro es que necesitamos volver a tener a las JAC como SOCIOS en la tarea de acabar de construir el Departamento. Algo así como convertir trochas en caminos transitables; cambiar cuencas inestables y deforestadas en caudales de aguas segura y arboladas; transformar tugurios deleznables en vecindarios sanos y habitables; volver los desapacibles y precarios salones de clase rurales y urbanos, en amables aulas de estudio; etc etc. decir, convertir sueños… en realidades, a bajo costo. Dando y dando. Todos ponen, todos ganan.
Las JAC y las ASOCOMUNALES deben volver a ser un Activo valorizador, NO un PASIVO inútil. NI una “CARGA” que solo ocupa tiempos y presupuestos que se quedan cortos en esas realidades necesarias. El estado las necesita, pero solo pueden ser útiles, sí se hace lo adecuado para fortalecerlas de forma efectiva y eficaz. Son una fuerza enorme regada por toda la geografía de un país rico en recursos de todo tipo, pero lleno de pobrezas feas y aberrantes. Esa Fuerza Comunal, ese “socio” de tareas está dispersa por montañas y valles, por Comunas y barrios, allí en donde todavía hay muchas gentes viviendo casi que a la deriva de la vida. Debemos apoyarlos y apoyarnos en ellos. Desperdiciar su potencial productivo, no es ni práctico ni justo, habiendo tanto por hacer. Maxime si es una gran fuerza de trabajo, un capital de trabajo colectivo con posibilidades en acción conjunta con el Gobierno. Las OAC son hoy simplemente un mundo sin horizonte claro, un mar de estructuras sociales frágiles e inoperantes, y, en su mayoría, un ejército disperso, desajustado, mendicante y cuasi que inútil. No tienen medios para usar su capacidad de aporte. La paradoja es que parecen unos embelecos anacrónicos. Y NO ES ASÍ. Son una “División Panzer” varada a la orilla del camino.
ALGUNAS COSAS PARA CORREGIR.
Se debe revaluar u concepto que hacen mucho daño a las OAC. El tal Fortalecimiento. Así es como lo llaman los “técnicos y promotores” de la Acción Comunal. Tienen una falsa percepción de su impacto en el contexto general de una JAC. “fortalecimiento” igual a Palabrería.
En mi humilde concepto, cualquier “apoyo económico esporádico” e inconexo, no es más que eso. Un apoyo poco útil que la mayoría de las veces se esfuma sin dejar huella alguna en el territorio o en sus habitantes. Pasa desapercibido y sin impacto real en el ejercicio de la JAC “agraciada” Aun hoy, después de tanto tiempo, no existen políticas oficiales para que las JAC, sean actores económicos y gestores del desarrollo en sus territorios. Para que se vean inmersas en programas y proyectos macro, de impacto territorial y social permanente. Simplemente porque una Estructura Social frágil…no tiene capacidad de impactar a su territorio, por falta de pegamento solidario, (intereses colectivos redituables) que los aglutine detrás de un proyecto, no migraran hacia mejor perspectiva. Estamos en un error garrafal. La fortaleza de una OAC, no se logra con una dádiva ocasional o una visita circunstancial de un funcionario que hoy está…y mañana no está. Fortalecer es dar fuerza continua. Es oportunidad de ser “obreros” locales en la construcción de su territorio. Y es raro que una JAC participe de una obra en la que obtenga frutos duraderos, que logre obras de impacto y sus afiliados se fortalezcan económica y socialmente.
DEBILIDAD CRÓNICA
Por otra parte, es muy escaso hallar una Junta Directiva compacta, cohesionada y en la que todos sus Directivos trabajen armónicamente y cada uno en su área de función. No importa que tenga Personería Jurídica al día; que según sus Actas y Estatutos tenga a todos sus Comités y Comisiones completos y activos. NO es así realmente en la mayoría de los casos. Lo “ideal” en la teoría no funciona así en la en la práctica…y la mayoría de Funcionarios de las Secretarías, lo saben. Así como saben que cambiar tal estado de cosas es extremadamente difícil. Como saben que siempre encontrarán un panorama ilusorio de doble propósito: lo que los unos quieren ver y lo que los otros quieren que se vea, conservan el estatus quo. La indolencia oficial, hace el resto.
En estas condiciones, cambiar el escenario y la realidad comunal, es un trabajo duro, apropiados solo para gente a la que realmente le importe el Movimiento Comunal. Y es difícil. Pero es posible remediar esta absurda realidad de que existan Juntas de Acción Comunal de papel, a las que se da eventual visto bueno, luego de una que otra reunión inane, árida y sin resultados a la vista. A veces una Junta Directiva de JAC, termina su período irregularmente, mientras “gestiona” “detallitos” que le impiden acceder a programas y proyectos necesarios en su territorio. Son una pérdida para su base social y su territorio. Falta agilidad en los trámites y en las decisiones oficiales.
ALGUNAS DE LAS PRINCIPALES FALLAS.
Presidentes que son “toderos”. Hacen todos los mandados; Tesoreros que JAMÁS han manejado un peso de su Junta y NO saben manejar una Libro; secretarias que trabajan sobre una “butaco” y carecen de los elementos técnicos y materiales para “registrar” el día a día de su Junta. Comités y Comisiones con vida solo en el papel, y para llenar los requisitos de Estatutos. Reuniones en que faltan la mayoría de miembros, por falta de motivos reales para asistir, pues saben que están solos y carecen de medios para ejercer su función. Nadie se monta en un bus que va a ninguna parte. “Yo no voy a botar caspa” se quejan los vecinos. Asambleas Generales a las que los vecinos NO asisten “porque esa gente de la Junta no hace nada que valga la pena” pero a los que dejan siempre solos. Hay más, pero todos lo saben.
PROPUESTAS.
Antes de gastar un presupuesto en proyectos Comunales de bajo impacto; antes de tirarles un “fortalecimiento” insuficiente y aleatorio a las JAC, debemos darles el mayor “fortalecimiento” al que pueden aspirar: respeto y apoyo a tiempo y suficiente. Lograr que su estructura social esté completa, sea homogénea, cohesionada y solidaria.
Es que invertir en “fortalecimientos” esporádicos mínimos, sin plan macro de desarrollo del respectivo sector, es tirar plata oficial a la jura, sin resultados prácticos. Insisto, primero se deben fortalecer sus estructuras sociales. Se deben organizar desde adentro, empoderándolas como “gobiernos” locales para que sean “socios de gobernanza” para que ayuden a crear ciudadanía comprometida en proyectos colectivos. Se deben diseñar políticas de inversión compartida (léase: todos ponen y cada uno pone de lo que tiene) involucrándolas en el desarrollo de cada uno de sus territorios. Las JAC tienen todavía, intacta su vieja capacidad de aporte; como antes: sueñan con tener los mínimos vitales en infraestructura y mejores medios de bienestar para sus asociados y territorios. Serán estupendos socios. Pero esto solamente se logra dándoles un propósito común, una estructura social colectiva compacta y bien formada. Y un gran motivo: que nos es otro que tener un puesto compartido en la tarea de desarrollar su territorio y mejorar el futuro para todos sus vecinos. Pero la inversión debe ser sustancial y eficiente. Tú pones…yo pongo. Manos extendidas desde ambos extremos. TODOS PONEN.
¡¡¡ TODOS GANAN.!!!
Con respeto… Fco Javier
CODA: El Estado, a veces por desidia y otras por falta de medios no ha podido ponerse al día en el tema de construir ciudadanía en los territorios periféricos. Las OAC, son la herramienta adecuada sí se establecen los acuerdos y se trabaja con los parámetros adecuados. Sin Normas las JAC construyeron medio país. Desde hace más de 60 años se inventó una Normatividad bien intencionada en el papel y poco efectiva en la práctica. Las OAC tienen leyes, direccionamientos adecuados, pero subsisten algunas debilidades en la implementación objetiva. Las estructuras sociales de las OAC son muy frágiles y ahí radica su principal inoperancia. Pero, además, ocurre frecuentemente que el Estado, es un ente lejano, y muchas veces autista. Por eso creo, que debe diseñarse una nueva política de gestión desde los Entes de manejo, control y vigilancia. Tener funcionarios mejor preparados, pero, y, sobre todo, funcionarios que sientan el tema como un asunto de interés para ellos y para país. Que entiendan que visitar Juntas remotas NO es simplemente una manera de justificar un sueldo. Lo he vivido y sé de qué hablo. Algunos, muy pocos, es verdad, ni siquiera manejan el tema desde los social o lo Normativo. Aplican algún Artículos de la Ley…cuando se ven obligados a consultarlo.
Se puede hacer mucho por y con las OAC. Hay que intentarlo.
Asesor Económico Red de Organizaciones Sociales por la Seguridad Humana- Comuna 5 Castilla. Asesor económico de Asocomunal 5. Asocomunal Necoclí.
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