La experiencia laboral resulta ser siempre una de las más grandes barreras a la que nos enfrentamos la gran mayoría de los estudiantes al momento de graduarnos. Aquí no solo me estoy refiriendo a los colegas del campo del periodismo, sino también a cada uno de los graduados de un sinnúmero de instituciones que forman profesionales en diferentes campos.
En Colombia el acceso a la educación superior resulta ser complejo y costoso para la mayoría de personas, y es que en “el país del sagrado corazón” el ingreso a las universidades públicas es limitado y a la vez se podría decir que frustrante, no solo por los escasos cupos que existen en las universidades públicas, sino que adicionalmente la oferta académica no contiene muchos de los campos de interés para los jóvenes. En cuanto a las universidades de carácter privado, estas son una alternativa tentadora, pero que a su vez resulta ser todo un reto y no solo por la competencia académica, sino también por los elevados costos en los semestres de las matrículas, obligando así a un gran número de estudiantes a recurrir a préstamos con entidades financieras que se convierten en un lastre durante y después de finalizar la carrera.
Es así como al terminar la “carrera” se da inicio a otra carrera, pero esta vez, contra el tiempo, ya que una vez finalizada la etapa de pregrado, los recién egresados inician la búsqueda del que sería el trabajo de sus sueños, en muchos casos el que dio origen a la selección de su formación académica, es ahí donde la mayoría nos encontramos con un muro, un muro tan grande en el que debemos doblegarnos y tal vez cambiar el rumbo de nuestra búsqueda, todo porque al llegar a esta etapa de la vida, nos encontramos con un mundo feroz, un mundo al que al recién graduado le solicitan un mínimo de experiencia, que en muchas ocasiones resulta ser irracional, pues se hace casi imposible que un recién graduado logre cumplir con esos requisitos que le permitan acceder a un empleo que a su vez le facilite a los recién egresados adquirir experiencia.
A las complicaciones anteriores se suman otras series de dificultades. Comenzando por las obligaciones económicas que gran parte de los egresados adquirieron durante su etapa académica, junto a los vacíos que dejan las instituciones, pues aún hoy día en la mayoría estas aún se dictan las cátedras a través de las teorías, faltando a los recursos de la educación práctica que les permitan a sus estudiantes estar más capacitados y preparados para el mundo laboral, que a su vez les permita desenvolverse en el campo laboral con excelencia y eficacia.
Por los motivos anteriormente mencionados considero que la educación en Colombia debería reestructurarse con el objetivo de que muchas de las formaciones académicas hoy existentes sean más prácticas que teóricas. Y no solo eso, en el campo laboral se deberían fortalecer políticas de acceso al primer empleo, facilitar el acceso a las prácticas en pasantías o incluso fomentar la contratación de estudiantes recién egresados en empresas del sector público y privado, ya que esto facilita a los estudiantes contar con las herramientas, capacidades y conocimientos que hasta la actualidad no son impartidos en las instituciones académicas. Así sería más fácil acceder a un puesto de trabajo y a su vez facilitar la capacidad económica, lo que permitirá solventar las diferentes barreras a las que nos vemos enfrentados.