En 2010 llegaron a Nariño, concretamente a la costa Pacífica, más de 10 mil hombres del Ejército; el propósito era recuperar el control de la región. Varias fuerzas de tarea se unieron para dicho fin; el resultado fue un fracaso mayúsculo.
En 2008 llegaron al Cauca 13 mil hombres del Ejército con la misión de retomar el control del departamento; el resultado, también fue un fracaso.
Han sido los despliegues militares más importantes en años, desafortunadamente sin resultados.
¿Cuál es la solución? No está totalmente en las armas y en el gobierno; la responsabilidad primordial de desterrar la cultura de la ilegalidad es de los ciudadanos de la región.
Mientras muchos sigan aferrados en su admiración por los delincuentes, no habrá diálogo que valga. Bien decía Irene Vallejo el domingo en un diario argentino: “La paz solo es posible cuando no hay derrotados”.
Hay que cercenar a ese Pablo Escobar del imaginario popular, de lo contrario toda guerra es perdida.