Confieso que me volvió el alma al cuerpo cuando vi al gran economista Ricardo Ávila y luego a nuestro gran escritor de talla mundial Héctor Abad Faciolince coincidir en las apreciaciones sobre las promesas y sofismas del nuevo gobierno de Petro sobre los contratos de prestación de servicios.
Abad Faciolince señala en su artículo Lo que dices, lo que haces que considera un discurso retórico que "se acaben los contratos de prestación de servicios". Además, agrega: "pero uno se despierta y regresa a la pesadilla real (...) Al mismo gobierno le toca hacer contratos por prestación de servicios, nombrar en embajadas y consulados a corruptos godos o de Cambio Radical".
A veces pienso que me estoy volviendo un loco fanático con este tema y que nadie me escucha, pero al leerlos siento que no estoy solo. Además, recuerdo que este país no tiene los dirigentes que merece verdaderamente y que necesita para salir de ese lodazal histórico del clientelismo.
Al respecto, estoy terminando de leer Presidentes sin pedestal, el fascinante libro de Nicolas Pernett que ilustra de una manera cómica cómo la historia política de este país se reduce a la conquista y obtención de los puestos públicos.