Las continuas declaraciones del Vicepresidente Germán Vargas Lleras, en su afanosa campaña para llegar a la Presidencia, repitiendo sin cesar que “el desarrollo son vías, puentes, hidroeléctricas, pozos petroleros, minas, cemento, cemento y cemento”, tal como continuamente aparece en los medios nacionales, es la crónica anunciada de lo que le sucederá al país si logra su objetivo: lo convertirá en un desierto y lo que es peor, hará realidad la terrible sentencia del maestro Gustavo Wilches Cháux cuando dice que "acabar con la naturaleza es vender los riñones para pagar la diálisis”.
El afán enfermizo por construir y construir y construir por todas partes sin tener en cuenta la naturaleza, olvidando que lo esencial para la vida es el agua, está llevando al mundo a la debacle total que no se detendrá con los pañitos de agua tibia de los grandes pactos internacionales, mientras existan líderes con poder de decisión que tengan envenenada el alma contra la naturaleza.
El desarrollo no consiste en destruir los ríos, humedales, páramos, cascadas, bosques de niebla, selvas, montañas, construyendo represas, autopistas, contaminando la tierra con la minería, con la explotación petrolera; el desarrollo consiste en mejorar la calidad de vida del hombre en armonía con la naturaleza, porque no podemos llegar a la terrible conclusión del maestro Gustavo Wilches Cháux solo para mostrar desarrollo; qué ganamos con una selva de cemento sin agua?
No nos cansaremos de repetir que si el pueblo no se despierta AHORA, más tarde tendrá que suplicar en medio del desierto, las gotas de agua contaminadas que queden en las pocas charcas que sobrevivan a la voracidad de las multinacionales del petróleo.