Vaya desparpajo, falta de sindéresis y estupidez de estos envalentonados revoltositos de pacotilla, manejados ya por las izquierdas y el titiritero en la sombra. Entre más garantías, libertades y respeto por sus derechos y premisas, más responden exigentes, airados, desafiantes y fanfarrones.
¿Qué se creen, por Dios? Se les respeta, acata y privilegia, lo que toman como signo de debilidad en vez de grandeza. Según ello, ¿el vandalismo, la protesta violenta y terrorista, la anarquía, el caos y el desorden deben campear impunes, sometiendo a la legalidad, el Estado, y a los ciudadanos de bien? ¡Majaderos! Nuestra patria atravesó uno de sus momentos más oscuros y aciagos con el gobierno anterior, que solícito aceptó todo tipo de componendas, entregas y privilegios a las fuerzas comunistas. Todo les fue concedido sin chistar, deben haber perdido la razón y amnésicos pensar que están bajo ese antiguo régimen nefasto.
Al redactar esta nota se produjo el atentado contra la Escuela General Santander en la ciudad de Bogotá y uno de los medios radiales más mermelado, hipócrita, corifeo y áulico del régimen anterior se dedicó a buscar un líder estudiantil para preguntarle si aún, después del grave suceso, su movimiento continuaría con la protesta programada. Al micrófono fue contactada la señorita Valentina Ávila, líder de la Unión Nacional de Estudiantes, en quien el periodista compungido, sensible y angustiado trataba de hallar alguna emoción de solidaridad, pesar o tristeza por lo ocurrido, que le motivase a expresar algo y suspender la marcha. Sin ¡Oh!, sorpresa, se encontró con una persona que no expresó frase o sentimiento de dolor patrio alguno, fría, dialéctica, políticamente aleccionada y rígida, dijo quizás se suspendería la marcha para no exponer a sus colectivos a ningún peligro, solo por ello, no por la magnitud y crueldad del acto, lo que devela una seria penetración política y permeabilidad de este movimiento por fuerzas oscuras y de izquierda.
Huelga decir que el periodista magnificó las marchas, los mostró como héroes, hizo una apología de sus acciones. Me pregunto ¿dónde estaban los valientes estudiantes que ahora le reclaman al presidente Duque lo que Santos les quitó en 8 años para dárselo a las Farc?