En el Museo de Arte de Pereira se presenta una exposición sobre Ciudad Pérdida de Jaime Ávila. Sus ciudades parten de una fotografía o de un dibujo, con los que después arma en una composición-objeto con connotación urbana en la penumbra de la noche con sus luces encendidas. Con sus primeros planos enmarca la distancia del mundo. Con esa lejanía nos recuerda qué lejos y qué cerca se encuentra la realidad con sus mil convivencias, con sus consecuencias abstractas, con sus mínimas y distantes realidades íntimas.
La urbe es un tejido social que contiene un universo. Todo sucede en este país de desigualdades donde el artista no quiere diferenciar las situaciones sociales sino marcar los hitos de una lejana consecuencia sin presupuestos, ni horrores humanos, ni corolarios adyacentes. Su obra observa de lejos. Nadie se involucra en el cotidiano. Es solo una manera de pensar el territorio geográfico.
El comunicado de prensa anota que: en Cuidad Perdida, el artista continúa la investigación que lleva desarrollando más de diez años. Para su primera muestra individual en 1994, Ávila realizó un proyecto cuyo título fue: No toque la mercancía, en el cual hacía referencia al paisaje fragmentado, la cultura urbana y la ilegalidad en las calles. Ávila se interesó por los paisajes nocturnos aéreos y el contraste entre las construcciones lineales de las grandes ciudades que existen dentro de una geografía natural y monumental como es de la cordillera de los Andes.
Las redes eléctricas nos dan una lectura muda. Nada acontece. Nadie conoce el mundo real de los seres humanos. El trazo urbano nos guía por un sendero incierto de un territorio sin nombres. Somos todos anónimos de la ciudad que se esconde en la noche. Nadie sabe sobre los destinos humanos. Solo luces eléctricas nos muestran la supervivencia de seres lejanos con sus miserias y catástrofes.
A Ávila le interesa el territorio con la geografía y el trazo urbanístico actual. Nada tiene que ver con la que conocemos: esa ciudad perdida es el lugar sagrado de los indios koguis que impolutos del mundo comercial se encuentran en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Esta es la Cuidad Perdida de los hombres sin curso, donde el narcotráfico pasa, sin pena, por las venas de los muchos consumidores. O, que es una ruta perdida en la droga. La maldita mercancía.