–¡Producción! –grita Flora. Y extiende el cigarrillo de marihuana para que, una vez más, alguien lo prenda otra vez y podamos continuar con la sesión de fotos. Es una puesta en escena, pero Flora empieza a tener los ojos rojos en medio de tanto humo.
–Creo que es cripy –dice un catador espontaneo en medio de la sesión–. Mi hermano es muy marihuanero y…
–¿Y qué pasa?
–Es muy fuerte; en una hora no van a poder hacer más fotos.
Alguien saca otro cigarrillo.
–Esta es más suave; huele más, pero no es tan fuerte.
Y la sesión sigue.
–¿Por qué es importante la legalización de la marihuana?
–Creo que es importante –dice Flora– partir de la base de que legalización no significa la venta de porros en las calles en forma abierta y descontrolada. En Uruguay, por ejemplo, como en Colorado (EE.UU), lo que se plantea es un control en el mercado de cannabis. Los consumidores autorizados deben inscribirse en un registro y ser mayores de 18 años. Pueden acceder a ella mediante el auto-cultivo, o comprándola en farmacias. En todo caso con límites y previo registro ante el estado. Y entiendo que lo que se busca con esta política es atacar el problema del narcotráfico: las vicisitudes del mercado clandestino en el que se desenvuelve el negocio de la marihuana, como “droga prohibida”. Un gigantesco negocio que genera drogadicción, corrupción y violencia. Los que se beneficiaron con la “ley seca” de 1920 en los Estados Unidos, fueron un puñado de empresarios que tenían a su merced a millones de consumidores de alcohol que solo podían comprarlo de forma clandestina.
*Así inicia la entrevista con Flora Martínez que saldrá la próxima semana en la Revista DONJUAN