El resultado del proceso electoral de ayer, de alguna manera previsible, pero ya materializado, engendra mucha indignación a la mayoría, una satisfacción para los sadomasoquistas que votaron por los delincuentes que succionarán y desangraran el país 4 años más, pero también una renovada fijación sobre el fenómeno del abstencionismo, que nuevamente derrotó la legitimidad de la democracia representativa en Colombia.
Un estudio sociológico histórico serio sobre el abstencionismo en Colombia no se ha realizado pero sin duda tendría que abordar en algún momento las motivaciones para no participar en el ritual del proceso electoral colombiano. Una de las conclusiones pueden llegar a ser muy simple. Un proceso electoral en una democracia representativa es valido y eficaz solo si se cumplen tres condiciones básicas acordes con los principios de libertad, orden, igualdad ante la ley, separación de poderes: 1) garantía de que los resultados públicos son los efectivamente expresados, o sea que no haya fraude electoral; 2) la expresión popular debe ser libre, sin coacciones que invaliden o coarten la voluntad real del elector, y 3), la elección debe tener una competencia igual entre fuerzas políticas.
Nadie me puede decir y convencerme que en Colombia se cumple alguno de estos presupuestos. El que quiera ocultar como se eligen los congresistas en la regiones, como se manipulan las mesas de votación, como y por quien votan los difuntos, quien financia la violencia paramilitar y guerrillera, a que obedece la parcialización mediatica, de donde proviene la paranoia comunista y porque funciona el mesianismo de ultraderecha (que se convertirá facilmente en terrorismo de estado), como se amarra el voto con el reparto del presupuesto publico a dedo en cada región nominalmente, son manifestaciones de las irregularidades del sistema electoral (sin hablar de los aspectos tecnicos minimos del proceso sin identificador de huellas, biometrico, telemetrico ni nada que se le parezca). Por consiguiente, se puede concluir, que existe el derecho de no participar en la confección de una ilusoria legitimidad de nuestro régimen político. Y dicha posición es honesta y hoy en día, por las razones que se exhiban, es verdaderamente mayoritaria. El ritual procedimental de la elección en Colombia puede considerarse no como una solución especifica, sino la posibilidad de que una élite gobernante obtenga una especie de aprobación general a su perpetuación en el poder. Ni Uribe, ni Santos, ni el paramilitarismo llegan a establecer una preferencia superior al 25% de los votantes colombianos. La abstención debería ser determinante y lo que se refleja aquí es que este país esta dirigido por minorías de parásitos patrocinados por el poder corporativo, narcotraficante y de los medios. Las elecciones pueden ser legales pero no legitimas y eso es lo que se debe entender: sin legitimidad no debería haber gobierno ni representación.
La cuestión no es solo el procedimiento ritual de depositar un tarjetón por el deber ciudadano. La profundidad del ejercicio del voto es actuar en libertad y eso es un reflejo de la sociedad en que se vive. Y miren lo que las ciudadanías supuestamente responsables hacen cada 4 años. Lo interesante del escepticismo al examinar la abstención es que sea en un régimen democrático o autoritario, y Colombia es sin duda una ilusión democrática violentamente autoritaria, es que si se analiza nuestra sociedad como democrática, el hecho de que cerca de 60% de votantes potenciales queden por fuera de la arena política por acción o por omisión, son potencialmente ciudadanos que pueden exigir cambios por derecho o por hecho, si las cosas no salen bien para las minorías que gobernaran ilegitimamente una nación. No votamos por las sanguijuelas, exigiremos su dimisión, un juicio politico y penal, algún día, por derecho o por hecho, por movilización, por empoderamiento. Por otro lado, si consideramos que esta es una sociedad autoritaria, la abstención puede ser considerada como falta de efectividad en la movilización o cooptación que la maquinaria de la hegemonía política y económica buscan introyectar siempre e y deja entre ver que no hay la manipulacion esperada de los electores y de los votos.
Ahora, gracias a los colombianos de bien que votarón por una Colombia anticastrista, antichavista, sin soberanía alimentaria, sin agricultura, sin educación, sin salud, por la confianza inversionista, por la seguridad democrática, por el plomo y la criminalización de la protesta, porque nuestro destino es seguir arrodillados, tendré que comprar mi dotación de vaselina para un nuevo periodo de 4 años de arbitrariedades y saqueos.