En estos días se han vivido, al menos para mi, momentos de fuerte contraste. Por un lado la alegría inmensa por la nominación al Oscar de El Abrazo de la Serpiente, por el otro una gran tristeza al ver un Gobierno aplastar soberbio la opinión y el buen sentido de un país entero al "subastar" el agua, los bosques y la energía de todos, a un solo postor extranjero y manchado de corrupción.
Un puñado de personas que pasan por encima de millones de otras como si nada. No nos gobiernan sino que nos administran y venden. Eso a ellos nunca les ha costado trabajo, todo siempre lo han tenido desde varias generaciones.
Los otros, nosotros, millones de pobladores de un territorio que nos pertenece cada vez menos y en el que no parecemos reconocernos. Se considera que todo lo que está afuera de las ciudades es provincia y siempre parecemos andar escogiendo entre maneras de ver y vivir el mundo venidas del extranjero. Las "raíces" y cosas propias de esas tierras, estarán vivas y en el olvido mientras llega por fin el progreso y se las lleva o las tapa de cemento y plástico.
Pero entonces como salida de ninguna parte, surge inesperada la sabiduría amazónica del filme de Ciro Guerra, atacando valiente la razón y la lógica misma de lo que llamamos occidente. Sacando del olvido una cultura milenaria que pone al humano en su lugar! En el centro! pero dentro de un universo que no le cabe en los ojos y mucho menos en el conocimiento. Una tierra a la que se le debe la vida y se tiene que respetar, adaptarse a sus tiempos, leer sus verdades.
Ciro Guerra la supo plasmar con la sencillez y casi inocencia que hace su maestría. Una manera de ver y vivir el mundo muy propia de estas tierras. Un encuentro entre dos mundos, pero al margen del choque. Un encuentro para descubrir aquello que va mas allá de las imágenes, de la superficie, del reflejo del río, de los sueños. Aquello que nos ocupa y nos llena, que nos hace nosotros, para no ser un "chullachaqui" una imagen vacía, una copia sin alma.
Apenas es su tercera película y desde que lo conozco parece buscar en ellas la curación a través de la memoria y del perdón. Desde La Sombra del Caminante pasando por Los Viajes del Viento y de nuevo en El Abrazo de la Serpiente. Dos personajes antagonistas recorren juntos las calles, los campos o las selvas a la búsqueda de aquello que los libere de una opresión que los ha llevado a ser contrarios, enemigos.
En el caso de la nominada al Oscar, es la planta sagrada de la "yacruna", inventada para la ocasión, . Una planta de poder como lo es la hoja de la coca, la ayahuasca o el peyote. Plantas donde los indígenas dicen que el creador dejó su palabra como una llave para acceder a otros niveles del mundo. Sin embargo, como todo lo divino tiene un castigo en caso de profanación. Y este país ha sufrido y seguirá sufriendo la mala honra por culpa del mal uso que se hace de la hoja de coca.
El encuentro de aquellos exploradores con estas plantas sagradas tuvo gran influencia sobre la denominada generación "beat" y su búsqueda de la espiritualidad, la libertad sexual y la naturaleza. Lo que aquí llegó como el hippismo, es una vez más, un "producto" importado hecho con algo de nuestras "raíces".
Y creo que hasta que no seamos capaces de pensar y decidir por nosotros mismos que hacemos con todo aquello que existe en nuestro territorio, vamos a seguir recibiendo mucho mejor todo lo importado que lo nacional. Así sea mas caro y hecho con nuestras materias primas, como la gasolina.
Y no se trata de ser nacionalista, ni volverse indigenista y fanático del chamanismo, se trata simplemente de no poner siempre por arriba lo extranjero, lo importado y menospreciar lo que viene del monte, lo nativo, lo originario. Dejar de juzgarnos y hacer la paz con nuestra historia, con lo que somos. Encontrar la medicina sagrada del perdón. El cine es un ejemplo más.
Porque al fin y al cabo cada quien se inventa su "Yacruna", su medicina de la memoria y el perdón, como se la inventaron Ciro Guerra y Jaques Toulemonde para el guión. Ellos solo son algunos de los muchos que vienen pensando en país y lo que eso significa. Más allá de administrarlo y venderlo. De ser.
Ojalá y las semillas de esa "Yacruna" sean cosechadas en las salas de cine. Que luego broten en ideas y sentires de aquellos que necesitan un arraigo que defender. Una raíz de donde agarrarse antes de que todo sea liso y silente. Algún remedio para removernos la costra de indiferencia y miedo engrosada por 60 años de conflicto. Algo que despierte a "la serpiente" que duerme en lo profundo de cada quien.
Se puede despertar ciega y hambrienta de venganza, para renovar un caos por otro caos. Pero si la despertamos elegante y sagaz, ebria de ganas y dulzura su ataque irá certero y tranquilo al corazón de aquello que nos aplasta, porque nos habremos dado cuenta que no lo necesitamos. Que así no más, siendo nosotros mismos, podemos vivir en paz.