Tras varias semanas luchando por su vida en el Hospital General de Caucasia el director de la ONG Redes no le ganó la batalla a la muerte. Fue la última y definitiva batalla de un hombre que en vida se caracterizó por su amabilidad, disposición al diálogo y un compromiso inquebrantable por la defensa de los derechos humanos; una labor especialmente difícil en el Bajo Cauca antioqueño, la región más militarizada en Antioquia, pero donde persiste sin tregua un conflicto barbárico y muy degradado entre diversos actores armados ilegales por el control de corredores y rentas criminales. Ante ese complejo escenario Jesús siempre manifestó: Debemos abrazar al Bajo Cauca.
Desde la ONG Redes Jesús promovió diferentes iniciativas de visibilización e incidencia ante a la profunda crisis humanitaria que se viene registrando en la subregión, especialmente en los municipios de Cáceres, Tarazá y El Bagre. Su voz cálida y contundente era constante en las caravanas humanitarias, las audiencias públicas territoriales de garantías y encuentros con la institucionalidad. En los últimos años su labor se concentró en denunciar el fenómeno del reclutamiento forzado y asistir a familias víctimas del hostigamiento de los grupos armados. Siempre comprendió el riesgo que implicaba su labor pues fue amenazado en varias oportunidades; sin embargo, continuó adelante en ese compromiso humanista por las comunidades con la convicción de quien lucha por la justicia social y el bienestar de los más desprotegidos.
A Jesús lo conocí en agosto de 2019, en el marco de la caravana humanitaria por la paz del Bajo Cauca, una iniciativa por la esperanza que nos llevó a sectores como la Caucana en Tarazá y Altos de Tigre en Cáceres. En esa caravana buscamos abrazar a las comunidades afectadas por esa guerra dramática que ha convertido el Bajo Cauca en una región sinónimo de conflicto y muerte. Con él hablé de la importancia de trabajar por quitarle ese estigma a la región y visibiliza la riqueza de sus tradiciones; la amabilidad de su gente y esa fortaleza que los violentos no han podido acabar. Aprecié su trabajo en la defensa de los niños, niñas y adolescentes víctimas de una de las prácticas más deleznables del conflicto armado: el reclutamiento forzado. Era de los pocos líderes en el territorio que no tenía temor para denunciar y reprocharle a los violentos que utilizarán a los menores como instrumento de guerra.
Su muerte es una gran pérdida para el liderazgo social y las comunidades del Bajo Cauca. También debe ser un llamado de atención sobre la situación de los líderes en medio de la pandemia. De Jesús perdura su legado de valentía y compromiso, también ese constante llamado que ahora debemos rodear con más fuerza: abrazar al Bajo Cauca. Descanse en paz y que este escrito sea la oportunidad de exaltar su labor y trabajar por la continuidad de su legado.