La revelación la hizo Blu Radio quien conversó con la hermana superior de la comunidad franciscanas de Maria Inmaculada, Aylem Yela Romo, afirmó que la religiosa Gloria Cecilia Narvaez quien fue secuestrada en Mali en el 2017, se encuentra en precarias condiciones de salud, hasta el punto que no pudo escapar cuando tuvo la oportunidad por que no se puede mover bien. La información la recibieron las monjas de parte de una de las personas que logró escapar.
Parte de estas declaraciones que dio Romo a Blu Radio fueron las siguientes: “No podemos decir nada más, hemos acordado en la congregación que no vamos hablar nada más, solo le pedimos al pueblo colombiano que nos ayude en esta cadena de oración por la salud y la liberación de la hermana Gloria Cecilia”
La historia de un secuestro
La última vez que Rosita Argoty, una pastusa de 85 años, vio a su hija Gloria Cecilia fue hace ya tres años. Era el 14 de diciembre del 2016 y la religiosa, perteneciente a la congregación de las Hermanas Franciscanas de Maria Inmaculada, llevaba siete años en la remota región de Karangazo en Mali, un lugar en donde los niños se mueren de hambre y las mujeres de físico cansancio después de caminar decenas de kilómetros por un poco de agua. Viajó con exceso de equipaje y debió pagar una multa de $ 900 mil para poder llevarle a las aldeas que estaban bajo su amparo: champús, jabones, desodorantes, requerimientos elementales que no se conseguían en Africa. Los pocos ahorros que tenía la hermana Gloria Cecilia Hernández los dejó en el counter de Avianca.
Desde que su mamá la llevó siendo muy niña a la parroquia de San Felipe Neri en Pasto sintió el llamado de ayudar a los demás. En el momento en el que se graduó de bachiller la joven Gloria Cecilia empleaba sus horas en el deprimido barrio Corazón de Jesús. Cuando le preguntaron por la carrera que pensaba seguir ya su vocación religiosa la había llamada. Las hermanas Franciscanas de María Inmaculada la aceptaron de inmediato y en 1996 vistió los hábitos.
Todo iba bien hasta aquel 7 de febrero del 2017. Estaba con Clara y Sofia Cortez, las otras hermanas colombianas que la acompañaban en la misión de Mali. En medio de un calor sofocante de 37 grados intentaban ver la señal defectuosa que llegaba a su viejo televisor. Entonces escucharon ladrar los perros. Un hombre de Al Qaeda entró sin avisar. Tenía un machete. La hermana Sofía salió corriendo se encerró en el cuarto, se metió debajo de la cama y llamó a la madre superiora de la Congregación, Carmen Valencia, quien a través del altavoz escuchó como los hombres, después de golpear con un mazo, tumbaron la puerta del cuarto y la sacaron de debajo de la cama.
La hermana Gloria no es de súplicas, ni le ha pedido al Presidente que haga algo por ella. Reza sin importar el sol, la arena perpetua y las extenuantes caminatas.
Doña Rosita espera, espera a que el teléfono suene los jueves a las ocho de la mañana, como lo hizo siempre su hija cuando la llamaba desde el otro lado del mundo. Sus hijos, Carlos, Edgar y Carmen iban a la casa para poder hablar con la hermana quien era, además, la heroína de la casa. Tambien en el convento la esperan mientras siguen ayudando, construyendo escuelas, a los más necesitados
Desde Bogotá, a ocho mil kilómetros de distancia. La madre superiora escuchó todo: Gloria, quien era la mayor de las hermanas, sacó la valentía que siempre la ha caracterizado y se entregó por sus compañeras. Los hombres querían llevarse a las tres religiosas pero finalmente aceptaron irse con Gloria Cecilia. Los perros, como si lo presintieran, aullaron toda la noche.
Han pasado más de mil noches; tres años, y de ella no se sabe mucho. Sólo han recibido dos pruebas de supervivencia. Se sabe que está en algún lugar del desierto del Sahara, en algún punto de una extensión de 9.400.000 kilómetros cuadrados que es inabarcable para los humanos.