Al superar la pandemia, habremos perdido a amigos y familiares, tal vez nuestras propias vidas. Es imposible calcular el número y el alcance de la mortandad que se avecina, parece un tsunami que viene a tragarse todo, casi todo.
La naturaleza es una asesina implacable, trata de vez en cuando de poner las cosas en orden, a su manera. Nos demuestra con su silenciosa respuesta que hemos sido nosotros la verdadera plaga. Desde ya se ve desde el espacio, a unos 800 km, cómo ha disminuido la contaminación a raíz de la cuarentena. La naturaleza necesitaba un respiro y parece que lo ha encontrado, golpeándonos, asesinándonos, asustándonos y haciéndonos retroceder, escondernos.
Los pronósticos más modestos hablan de cuatro meses de encierro y aislamiento total, los más adelantados hablan de todo lo que queda del año.
Nunca faltan los idiotas que creen poder aprovechar la pandemia para solventar sus propias desgracias y afugias políticas, Trump, por ejemplo, es uno de ellos. Ya EE. UU. es el país con mayor número de contagios y se vislumbra como el de mayor crecimiento en número de muertos. Mientras los demás países han tomado medidas draconianas, Trump descalifica la situación y hasta bromea con ella, pareciera estar en competencia con Bolsonaro y Duque para ver quién es más estúpido e irresponsable.
El espacio aéreo gringo sigue abierto y paradójicamente los mexicanos son quienes hoy les cierran las fronteras a ellos, cómo da vueltas la vida tan rápido. Y encima de todo los EE. UU. coercionan a otros países a no aceptar ayuda cubana, por increíble que parezca, es verdad. Cuba ofreciendo ayuda médica y el Departamento de Estado de Estados Unidos exigiendo que no la acepten.
¡Increíble!
La pandemia será la causante del mayor cambio mental de la humanidad, está derrumbando todos los mitos del discurso neoliberal, de la mano todopoderosa y omnipresente del mercado. En un santiamén han revivido las políticas keynesianas del estado de bienestar y de paso han reavivado las ideas del socialismo.
La humanidad habrá tomado una gran consciencia a los trompicones, no como producto de una labor política y organizativa del proletariado mundial, sino por la misma fuerza instintiva de la supervivencia, puesta en jaque por un virus.
Las ciudadanías habrán de asumir con mayor responsabilidad las decisiones que se toman en la sociedad, no sólo al ejercer el voto, sino en la vigilancia y control de las gobernanzas públicas.
A veces tocar fondo es necesario para enderezar el rumbo.
Sigamos en casa, ejerzamos presión para que los del poder suelten para los que no tienen, comidas, dinero e insumos médicos para atender la crisis, es lo que se necesita y si no sueltan habrá que quitarles a la fuerza.
Salvemos la patria, salvemos y cuidemos de los nuestros.
Patria es humanidad, decía Martí.