A Sara Millerey la mató la transfobia, pero también la indiferencia

A Sara Millerey la mató la transfobia, pero también la indiferencia

El odio a la diferencia sigue matando. Sara Millerey fue asesinada brutalmente hace un par de días a la vista de todo el mundo. Justicia para Sara

Por: Sergio Camilo Lizarazo Riaño
abril 09, 2025
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A Sara Millerey la mató la transfobia, pero también la indiferencia

Por estos días, el nombre de Sara Millerey González retumba en las redes sociales y en los medios de comunicación. No por un logro, una historia de vida o un acto de resistencia, sino por su brutal asesinato. A Sara, una mujer trans de 32 años, la encontraron tirada en una quebrada a las afueras de Medellín, con los brazos y piernas rotos, golpeada con sevicia, tratada como si su vida no valiera nada. Como si su existencia —por el simple hecho de ser una mujer trans— fuera una ofensa que debía castigarse con la muerte.

La indignación se ha hecho sentir, sí, pero como suele pasar con los crímenes de odio, es fugaz y, muchas veces, estéril. A pesar de que el video de su cuerpo violentado recorrió el país entre el lunes y el martes, aún no se conoce la identidad de sus agresores, aunque existe una grabación de lo ocurrido. Según datos de la Defensoría del Pueblo, en lo que va de 2025, ya se han registrado 13 escalofriantes transfeminicidios en Colombia.

Esto no es una tragedia aislada. Es parte de una violencia sistemática, profunda y persistente que vive la comunidad trans en Colombia. Según organizaciones defensoras de derechos humanos, en 2024 se registraron más de 40 asesinatos de personas trans en el país, y el 70% de estas muertes ocurrieron en contextos de extrema violencia, muchas veces con signos de tortura. El Valle de Aburrá, donde fue asesinada Sara, y el distrito de Agua Blanca, en Cali, son los principales epicentros de esta violencia. Son zonas donde el prejuicio, la impunidad y la complicidad silenciosa del Estado se entrelazan para permitir que estos crímenes sigan ocurriendo sin consecuencias.

La transfobia en Colombia no solo se expresa en palabras, miradas y burlas, sino en actos de exterminio. Y aunque muchas veces estos crímenes se cometen por individuos, es la sociedad entera la que los permite con su indiferencia, su silencio, su falta de empatía.

Activistas y organizaciones sociales han estado luchando, muchas veces en soledad, contra esta violencia. En Medellín y en Antioquia, colectivos como Casa Diversa, Corporación Caribe Afirmativo y Personas Trans Unidos de Antioquia han desarrollado procesos comunitarios de acompañamiento psicosocial, activismo político y formación para personas trans. Han impulsado rutas de atención para víctimas de violencia, y han promovido campañas para sensibilizar a la ciudadanía. Pero sus esfuerzos, por valiosos que sean, no bastan si el Estado no actúa con contundencia y si la sociedad no se pronuncia con fuerza.

Esta semana, varias ONG convocaron a velatones en Bogotá, Medellín y otras ciudades, exigiendo justicia para Sara y para todas las víctimas de la transfobia en Colombia. Es un acto simbólico necesario, pero debe ir acompañado de reformas estructurales, de garantías reales para la vida digna de las personas trans, de justicia efectiva, de educación con enfoque de género y de una sociedad que no tolere ni un crimen más.

Y ahora, con la rabia aun ardiendo, dejo aquí mi opinión, y mi sentir como periodista, pero además como activista de una comunidad que sigue siendo perseguida y que hoy está siendo asesinada a sangre fría.

“El odio por la diferencia nos está matando. Parece que, pese a que esta humanidad ha vivido dos guerras mundiales, un holocausto, cientos de hambrunas y una pandemia que casi amenaza con nuestra existencia; el odio sigue siendo el vejamen más absurdo del ser humano. La sevicia sigue permeando los rincones más profundos de una sociedad enferma por destruir lo que es absolutamente diferente; Sara no solo era una chica trans, era una mujer, que todos vimos tirada en una quebrada, dejada a su suerte, y casi con un trato que ni a un animal en el matadero, fue casi desmembrada y absurdamente asesinada”

La gran conclusión de este asesinato me lleva a preguntarme, ¿hasta cuándo? ¿Qué más tiene que pasar para que los feminicidios y los asesinatos a mujeres trans terminen? ¿Qué más tenemos que ver para dejar la indiferencia a un lado? ¿Cuántas víctimas más tiene que haber para frenar tanto desconsuelo y sevicia? Parecen ser preguntas sin respuestas algunas.

También le puede interesar: Lo que hay detrás de la tortura y el asesinato de Sara Millerey en Bello, Antioquia

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