Y sí, Daniel Quintero sufrió su mayor derrota en el concejo desde que asumió en el piso doce de La Alpujarra. Una insospechada mayoría le hundió uno de sus proyectos de ciudad más ambiciosos y mando al archivo su sueño de fin de semana: un Central Park en el corazón del Valle del Software. Apenas para que Medellín sea una pequeña Silicon Valley en la Silicon Valley de Duque. La derrota fue mayúscula y podría anticipar una especie de nueva normalidad en el concejo, tan afecto a Quintero y sus tejemanejes burocráticos: con mermelada sabor a independientes y apta para cualquier partido; secretarios secuestrados y ejércitos de contratistas.
La aplanadora que en 2020 le aprobó prácticamente en bloque su plan de desarrollo se va averiando, algunos concejales le muestran los dientes y otros le confirman que se pueden alinear para aterrizarlo a la realidad. Tal vez ahí se puede contar a un independiente que decidió apartarse de su sueño de fin de semana y votar negativo a su intención de transformar el Aeropuerto Olaya Herrera, el veterano concejal Luis Bernardo Vélez.
Diferencias
Vélez no solo fue el concejal más votado de la lista de Quintero, sino que fue el primer dirigente con reconocimiento en la ciudad que se le sumó a su campaña. Se bajó por segunda vez de su intención de llegar a la alcaldía y decidió encabezar la lista de Independientes. Volver al concejo en el cual ha estado por casi 20 años (cuando empezó en 2003 Alex Flórez aún se ponía mamelucos) y cuyas movidas conoce al detalle. Aunque su votación no fue la más alta (sacó 10.835 votos) o su apoyo determinante para asegurar la victoria de Quintero, su respaldo si dotó al equipo del recién llegado de Bogotá de una agenda social más precisa y una visión de ciudad más dinámica.
En campaña, Quintero lo solía presentar como el hombre más social de Antioquia, el futuro eje de su agenda de Recuperemos lo social y tal vez, en su sucesor más capacitado. Aunque durante el primero año Luis Bernardo se alineó sin problema a Quintero, siendo el primer presidente del concejo, pronto empezó a chocar con sus formas y se mostró más distante que en días de campaña
Diferencias de forma
Quienes venimos haciéndole seguimiento a la administración Quintero, no dudamos de que el alcalde está implementando un desmonte gradual de un modelo de gobierno que imperó por dos décadas. Desde Fajardo hasta Fico Gutiérrez; por ejemplo, echó al traste la cooptación del gran empresariado en EPM (algo peligrosamente llamado gobierno corporativo); reestructuró parte del programa Buen Comienzo y el esquema jardineros del Jardín Botánico, tan solo tres ejemplos, pero que evidencian el cambio de mentalidad, ya que “el futuro se parece a nosotros” y ese nosotros seguro se refiere a Quintero y su séquito de áulicos.
Ahí lo particular es que Luis Bernardo forma parte de ese viejo modelo de gobierno, no solo lo apoyó, sino que también lo impulsó (fue secretario de inclusión de Federico Gutiérrez). Las formas discursivas de Quintero chocan en extremo con su prudencia institucional, pues Luis Bernardo es muy conocedor de todo aquello que el alcalde quiere desmontar. Circunstancia que seguro le genera cierto malestar, pero que hasta el momento había tramitado en silencio.
Diferencias de fondo
En parte, ese silencio se debía a los acuerdos estratégicos para no desbaratar el movimiento Independientes o sumarle mal ambiente a Quintero; además, sospecho que también influyó su participación en la torta burocrática de la alcaldía. Vélez es uno de los jefes de la burocracia local, con fichas en casi todas las dependencias con influencia en lo social. Dos funcionarios de primer nivel: la secretaria de inclusión, Mónica Gómez y el subsecretario de Participación, Juan Daniel Pulgarín, son de su grupo. Por el momento, articulado a Independientes, pero con visos de volver a ser una plataforma autónoma pues “el sujeto democrático debe ser libre”.
Hace pocos días el concejal publicó un comunicado a la ciudadanía donde invitaba a la sensatez y a establecer prioridades, le pidió a Quintero centrarse para gobernar con responsabilidad y habló de un “cese de hostilidades”, en clara referencia a las barras bravas que vienen atizando escenario de polarización en redes sociales. Entre ellas, los ejércitos virtuales de Quintero. Ese comunicado y su votación negativa al improvisado Central Park, al que tildó de irresponsable y poco riguroso, demostró que Vélez es muy independiente para los independientes.
Su compañero de bancada Alex Flórez si respaldó ese proyecto.
¿Deslealtad o nueva normalidad?
Tras su negativa a respaldar ese proyecto, a la que se sumaron el Centro Democrático (orientados directamente por Uribe), Dora Saldarriaga de Estamos Listas, Daniel Carvalho de Todos Juntos y el disidente verde Daniel Duque, Twitter se llenó de mensajes de indignación. La recién nombrada secretaria de Medio Ambiente, Juliana Colorado (del círculo más íntimo y radical de Quintero), insinuó que Vélez no había sido leal, ya que “los trapos sucios se lavan en casa”. Ataques tras ataques y no demoran en decir que se le vendió a Uribe o a Fajardo, pues así se comportan los incondicionales del alcalde, poco críticos y seguidores ciegos del ideario “quinterista”.
En Luis Bernardo solo veo alguien a quien le ganó su prudencia institucional sin importarle acrecentar la brecha de forma y cada vez más de fondo que lo va separando de Quintero. A lo sumo, solo fue una mayoría coyuntural, ya que la gobernabilidad del alcalde en el concejo es relativamente estable, solo que algunos, especialmente Luis Bernardo, se rebelaron y decidieron no apoyarlo en su sueño de fin de semana. Pero ya llegarán otros, eso no lo duden.
Adenda. Desde diferentes perfiles en Facebook se me viene atacando con mensajes de odio. Me tildan de “hiena resentida” o “viudo de poder”, responsabilizo al discurso divisorio de Daniel Quintero (a quien apoyé en campaña) de cualquier agresión física a mi integridad.