Hoy en Colombia se adelanta el primer foro nacional de víctimas, precedido por tres foros regionales, según el PNUT (Programa de las naciones unidas para el desarrollo), el foro se realizó por solicitud de la mesa de negociación en la Habana. ¿No era mejor primero haber aclarado qué se entiende por víctimas?
En el libro Victimología, aproximaciones psicosociales a las víctimas -publicado por la universidad Javeriana- encontré una definición que culturalmente puede ofrecernos un acercamiento al concepto: “la historia bíblica sugiere que, desde el principio del tiempo, se haya dado una mayor atención a Caín que a Abel”. Nos sucedió lo mismo, nos hemos pasado más de medio siglo hablando de la guerrilla, de los paramilitares, de sus atrocidades, de su maldad; al mismo tiempo, relegamos a un tercer y cuarto plano las víctimas, su tratamiento ha sido tan pobre que ni siquiera tenemos claro quienes son. Unos dicen que son todos aquellos que fueron desplazados, maltratados o asesinados por algún grupo insurgente, otros aseguran que son los secuestrados, miembros de la fuerza pública también se reconocen como víctimas, las FARC desde la Habana pidieron espacio en el foro, etc.
Me sorprende la timidez de Naciones Unidas, el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz de la Universidad Nacional y del equipo negociador, al no dar claridad a sobre el primer pilar de la paz: El reconocimiento de las víctimas. Bajo ninguna circunstancia se puede cerrar el espectro y dejar de lado ciertos grupos que de una u otra forma se vieron afectados por el conflicto. Eso es inaceptable.
La búsqueda de la paz no puede hacerse sobre un camino selectivo, todos –unos más que otros- hemos sufrido la crueldad la guerra. Con el respeto que se merecen quienes han vivido en carne propia los vejámenes del conflicto, tenemos que reconocer que el primer paso para la reconciliación es la tolerancia, no podemos diseñar un foro, que además representa la primera vez que se visibilizan los afectados por la violencia, y cuestionar a los demás asistentes, así no nos gusten. Sé que lo que propongo es una tarea muy difícil, pero creo que tiene razón tanto una madre que tiene secuestrado a su hijo hace más de diez años, como un guerrillera que contra su voluntad fue reclutada a los doce años y fue obligada a favorecer sexualmente a su comandante. Tiene razón un policía que le hace falta una pierna por una mina “quiebra-pata”, tanto como un ganadero que por no pagar una vacuna lo obligaron a abandonar su finca.
@zamivar