La declaración por parte de Cesar Gaviria de que ve con temor que se intente sacar miembros del Partido Liberal por medio de la ‘mermelada’, nos pone a pensar en si de él depende en buena parte el futuro de la reforma tributaria, o incluso la gobernabilidad de Duque.
¿De dónde proviene ese ‘no me lo van a manejar’ como si fuera un derecho de propiedad? ¿En qué consiste ese poder de César Gaviria?
Es que, desde cuando por apoyar la candidatura de Serpa negoció el cargo de director único, César Gaviria transformó el Partido Liberal en una autocracia institucionalizada.
Expidió entonces los siguientes decretos : solo podrían considerarse miembros del partido quienes recibieran una certificación expedida por su dirección; la máxima autoridad del partido no sería el Congreso sino una Convención en la cual solo tendrían derecho de voto los así reconocidos; la única función de ese Congreso sería elegir al director único; y ese director único tendría todas las facultades de hacer los nombramientos de los cargos que en forma de elección democrática antes proveía el Congreso [entre ellos secretario general, secretarías de participación, magistrados del Tribunal de Ética (desaparecieron el Disciplinario y el de Garantías), personero, auditor, fiscal, tesorero, etc..]
Y sobre todo perdieron los estamentos regionales la facultad de otorgar los avales para presentarse com candidatos del partido, quedando esa potestad en las manos exclusivas de la ‘Dirección Nacional’.
De ahí el poder de César Gaviria: el haber acabado con el partido y haberlo transformado en un feudo personal bajo su poder arbitrario.
La realidad es que el señor Cesar Gaviria lo que teme es perder el monopolio sobre la mermelada.
Porque claro que es verdad que el gobierno o el presidente Duque intentarán -por cualquiera o todos los medios- lograr que sean mínimos los cambios a su propuesta tributaria.
Pero para los políticos liberales la ‘mermelada’ está en el aval y quien la reparte es Gaviria a título personal, al notificar, como ya lo hizo, que quienes no sigan sus indicaciones no lo tendrán.
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El descontento con el gobierno es total y con el proyecto de reforma aún más. Pero el descontento con el ‘director’ del Partido Liberal es igual o mayor
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En este momento el descontento con el gobierno es total y por supuesto con el proyecto de reforma aún más. Pero el descontento con el ‘Director’ del Partido Liberal es igual o mayor.
Su poder no proviene de su liderazgo ideológico, pues tanto como se ufana y se le reconoce su pragmatismo se desconoce su orientación ideológica. Si alguna tuviera sería por haber iniciado la imposición del neoliberalismo en Colombia, lo cual es contrario a toda la posición doctrinaria en la tradición del partido.
Tampoco proviene de un carisma que se imponga sobre las huestes de la colectividad. Por el contrario, no se sabe que se destaca más si la indiferencia de los liberales rasos respecto a su existencia o el rechazo que ella suscita.
Entre los dirigentes la situación es aún más expresiva pues solo quienes no han tenido oportunidad o coraje o votos propios se han sometido a la ‘disciplina para perros’ que ha establecido.
En sus manos el partido se pulverizó, naciendo casi todas las nuevas colectividades como un grito de independencia y de protesta contra su modo de dirección (Partido de la U, Partido Verde, Cambio Radical, etc.).
La decadencia y su récord es tal que desde que tomó la dirección no ha podido el antiguo Gran Partido ni siquiera encontrar un nombre para proponer como candidato presidencial (En 2006, Uribe contra Carlos Gaviria; en 2010 Santos contra Mockus, en 2014 Santos contra Zuluaga, y en 2018 Duque contra Petro).
De ser desde 1934 el partido mayoritario, su participación en cuerpos colegiados, alcaldías y gobernaciones disminuyó consistentemente hasta llegar a perder todas las alcaldías de las capitales y no alcanzar el 4% en Bogotá con el candidato impuesto ilegalmente por su ‘director’. Ni siquiera precandidaturas ha podido presentar, excepto la de Humberto De la Calle ungido también irregularmente por Gaviria…. Y así le fue (recibiendo por lo demás un desaire que si fuera por sus méritos propios no lo merecía).
Lo que Gaviria busca es capitalizar el descontento general jugando a doble banda: se pone de lado de la oposición a la reforma y del descontento con el gobierno, de forma tal que, además del chantaje del aval, quien buscara independizarse tendría que oponerse a esa posición -lo cual probablemente a nadie le interesa-. Pero al mismo tiempo chantajearía como quiera al presidente Duque, puesto que consolidaría el paquete con el cual negociará recibir él la mermelada por apoyar la posibilidad de sacar adelante ese engendro de reforma.
Pero, ¿no será que las nuevas opciones para los inconformes liberales (Nuevo Liberalismo, Séptima Papeleta, Social Democracia) le harán disminuir esa capacidad de chantajear?