Lo que hemos visto por ahora de la gestión política del presidente Gustavo Petro en los dos meses de su gobierno es que prefiere ir en contravía de algunos aliados políticos y de la mano con los que son sus opositores.
Inicialmente, lo vimos atender en palacio a su máximo opositor Álvaro Uribe Vélez, con quien aparentemente fumó la pipa de la paz.
Después firmó un acuerdo con los ganaderos, consistente en comprarles tierras, para lograr una posible reforma agraria. Ese día se chocó hasta la mano con José Lafaurie, el presidente de Fedegán y uno, junto con su esposa, la senadora María Fernanda Cabal, de los que siempre lo atacó duro y discriminó por su condición de exguerrillero.
Y ahora último supimos la sorprendente determinación de entregarle la empresa Essmar de los samarios a las Empresas Públicas de Medellín, en lugar de regresársela a la Alcaldía de Santa Marta, administrada por sus aliados políticos de campaña, como debería ser o prometió en campaña.
A esas anteriores decisiones, agréguesele la de mantener el nombramiento del exministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, como miembro de la Junta Directiva del Banco de la República.
Sí, el mismo Carrasquilla que cuando era Ministro de Hacienda en el gobierno de Iván Duque, causó el estallido social que dejó muchos jóvenes muertos, sin ojos y desaparecidos, por el proyecto de la reforma tributaria presentado en ese entonces por él.
No se a qué está jugando Petro y cuál cree él será la consecuencia de su manifiesta estrategia, que entendemos puede ser por su posición de pacificador o de generar una "paz total" sin distingos políticos ni delincuencial.
Pero también estamos observando que la inclusión que trata de mostrar está dedicada más a tranquilizar o a favorecer a sus opositores, por lo que ha empezado ya a despertar un resentimiento o desilusión en los que tuvieron la gran confianza de votar por él, para acabar con un régimen y sacar del poder a unos politiqueros que solo pensaron en ellos mismos.
Está tan evidente que muchos tuiteros e influencers que lo acompañaron en su campaña presidencial por todo el país también han manifestado sus descontentos con la política de gobierno de Petro.
Ojalá no nos estemos anticipando a los hechos y Dios quiera que resulte, para bien de todos, esa estrategia política referida. Y aun cuando todavía confiamos en él, no podemos decir lo mismo con los que hasta ahora ha favorecido más, es decir, sus reconocidos opositores.
Petro debe de estar muy consciente con lo que está jugando, que no es cualquier candela, pues esos oponentes son la misma "gente de bien" que nos tuvo gobernando sin compasión por casi dos décadas.
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