Pocos sabían quién era Jairo Martínez antes de ser el escogido por Caracol Televisión para conformar el jurado de Yo me llamo junto a Luz Amparo Álvarez y Amparo Grisales. Ignoraban que inició su carrera colaborando en importantes festivales como el Festival de Cine de Cartagena o el Reinado Nacional de Belleza.
Su impresionante carisma y versatilidad enamoraban a cualquiera y tras ir a EE. UU. a hacer un intercambio, decidió mudarse a Miami a ejercer su carrera de relaciones exteriores. En ese momento, la leyenda del productor y manager empezó a construirse poco a poco, y por un golpe de suerte o del destino, conoció a Chayanne cuando estaba trabajando en un Nightclub y empezó a trabajar con él.
En ese momento, firmó con Sony Music, se metió de lleno en la representación de artistas. Trabajó con Gloria Estefan, Ricky Martin, Marc Anthony, Jennifer López, Gilberto Santa Rosa y Víctor Manuel, la crema y nata de artistas latinos que triunfaban en Estados Unidos, pero su obra maestra fue haber llevado a Shakira a convertirse en una estrella internacional de la mano del productor Emilio Estefan y haber representado a la cantante colombiana a través de la empresa Estefan Enterprises.
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Su amistad con Noemí Sanín le sirvió para meterse en la política. En 2006 se lanzó a Representante a la Cámara por el partido de la U y lo consiguió. Pero la televisión y la farándula marcaron su vida e intentó seguir trabajando en lo que para él era un goce. Con Yo me llamó tocó la gloria. Sin embargo, su carácter tajante molestó al resto de sus compañeros del reality de Caracol.
Se fue a Estados Unidos, a Miami, a intentar conseguir un trabajo en Telemundo, pero no lo consiguió. Confiado en que una vida de trabajo le proporcionaría la tranquilidad para pasar sin afugias, regresó a Cartagena, su tierra.
Empezó a trabajar en programas de Telecaribe. Sin embargo, los problemas llegaron. Hubo amenazas y extorsiones, Empezaron a cobrarle cientos de millones de pesos por unos videos sexuales suyos. Lo llamaban al celular y al fijo de su casa.
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Él, exasperado, les contestó desafiante: “esas fotos son viejas, vente para mi casa, nos echamos un tatata (sic), tomamos fotos nuevas y las sacamos en todo lado, a mí no me importa”. Jairo empezó a estar nervioso, le daba miedo que unas imágenes de su pasado le causaran un escándalo ya bien entrado en su madurez. Sin embargo, lo peor estaría por venir.
Una vida dedicada a cultivar los talentos le dejó unos ahorros nada despreciables, 600 millones de pesos. Creyó que podía aumentarlos y decidió invertirlos en Bitcoins, pero gente en la que invirtió nunca respondió.
Jairo ha podido ir espaciando sus deudas porque aparte de haber perdido los ahorros que tenía para su vejez, debe tapar los huecos que le han dejado las deudas de una acción imprudente. Sin tapujos, cuenta lo terrible de su situación y agradece a Telecaribe la oportunidad de permitirle trabajar: “Son muchas las deudas que tengo, pero mientras tenga mi calderito con arroz y huevo, viviré trabajando y feliz esperando que todo se solucione pronto”.
