El Proyecto de Ley Cero Cacho presentado por iniciativa de un grupo de congresistas en cabeza de la senadora Pro vida Karina Espinosa, reviste grandes expectativas sobre lo que es la educación en valores. Ha despertado el interés de muchos la denominación más allá del contenido; al conocer el sustrato jurídico y la motivación de la misma se encuentran una serie de consideraciones que deben tenerse en cuenta en el contexto nacional.
Para nadie es un secreto que la violencia en Colombia ha venido aumentando en proporciones altas, los intentos de extender las libertades sin frenos, la libertad de enseñanza y algunos despropósitos que han cambiado la educación, dejando elementos como la ética, formación religiosa enfocada desde el componente filosófico y la historia, para dejar al estudiante solamente formado en el componente cognitivo que implica el saber y saber hacer, pero dejando de último el ser, que es finalmente la esencia de la divinidad humana.
El debate quizá tome un tinte un poco conservador, y genere una visión quizá distinta por venir de un partido que apoya las libertades religiosas, el libre desarrollo de la personalidad y demás, pero el sustrato que pretende dar un convencimiento pleno de lo que es formación en valores no limita las libertades, pues esta aun cuando se busca generar una concientización educativa y determinar unos lineamientos básicos sobre lo que deberían tener en cuenta las escuelas para formar, no coarta, limita u obstruye ningún derecho, y a su vez, pretende enseñar que el ser humano es ante todo un ser social.
Valdría la pena que el autor del proyecto, considerara que, más allá de venderlo como una reforma a la educación, sea promovido como una política de educación social, pues el pedagogo Paulo Freire incrustó la tesis de la educación social incluyendo el rol del maestro, del estudiante, pero también de la forma de su relacionamiento en la sociedad.
Pensarlo así, permitiría que tenga un mayor empuje y a su vez logre los apoyos requeridos para que no vuelva a quedarse en el camino, no obstante, debe mirarse y actualizarse con las disposiciones jurídicas que atañen a la defensa de la libertad de aprendizaje, libre desarrollo de la personalidad, y cero violencia, que insta al congreso a regular legalmente aquella conducta denominada bullying y que hoy es una de las principales razones para que la violencia social y el vandalismo esté presente en nuestras escuelas, comunidades y en especial en la sociedad en general.
Por ultimo, es menester que se repiense la ley, si bien el cero cacho fue una bandera de la congresista porque se trata de una conducta socialmente presente en el mundo, se afirma una ley de educación en valores, para lo cual podría caber la bandera que la misma lideró siendo gestora social y que pasase a ser “Ley Educativa de Cero Violencia”
