Esta semana muchos se quitaron la máscara. Es más, sólo le escuché de los grandes periodistas de la mañana a Julio Sánchez Cristo expresar la indignación por la tormenta de mierda que se desató en redes la salud de Gustavo Petro. Incluso el médico mayor de la Santa Fe sacó un audio refiriéndose en los peores términos de un senador tan respetable como Petro. Lo que uno no puede creer es que periodistas como Angela Patricia Janiot se preste para especular sobre la vida de Petro.
No le creyeron, y los que se expresaron, como Alvaro Uribe, lo hicieron no sin darle una estocada que por no confiar en médicos colombianos viajaban a Cuba. Es que a Petro lo odian tanto que antes de verlo muerto también lo quieren humillar. Ni siquiera en estos momentos de angustia hay un poco de piedad por Petro, por sus familiares.
Ya realizaron la operación, fue Juan Manuel Corzo, el embajador de Colombia en Cuba, como un notario para ver que no estaba mintiendo. A uno lo que le preocupa es la falta de humanidad no de la gente en redes que casi siempre es un fantasma, algo intangible, sino de periodistas como janiot, como cierta emisora que se la pasa especulando sobre la salud de Petro.
No me gusta Uribe pero creo que estaría igual de indignado si fuera Uribe el blanco del linchamiento moral, de esta humillación que ninguna persona debería experimentar. Petro está hecho de acero, ya son demasiadas las cosas que ha tenido que sobrellevar. Lo que pedimos, por ahora, a toda esa gente como Angela Patricia Janiot que lo odie, es que por favor deje su animadversión a un lado y abrace a Dios. Uno no puede ser tan diabólico como para hablar de la salud de las personas