A mis queridos compatriotas les quiero hacer una invitación a pensar en el próximo gobierno. Se trata de ponerle unas gotas de esperanza a esta campaña presidencial tan llena de errores, de ataques, de ruido innecesario pero cuyo final inevitable es la elección del próximo presidente de Colombia. Probablemente esta sensación de cansancio es compartida por muchos, pero necesitamos volver a tomar impulso para llegar a la meta y que esta nos lleve a un final si no feliz por lo menos esperanzador.
Para empezar, el próximo gobierno como no la tiene nada fácil tiene que partir con el pie derecho y eso solo se logra si desde el principio todo el equipo gubernamental entiende el momento histórico que le toca asumir. Pero tal vez lo más importante es que aprenda las lecciones que le deja este gobierno que parece eterno precisamente por la acumulación de hechos lamentables. En primer lugar, se debe reconocer el costo inmenso para el país cuando tiene un presidente sin la experiencia necesaria para asumir semejante tarea que se agrava si, además, como en el caso actual, no reconoce sus debilidades. Si Duque hubiese tenido un mínimo de humildad se habría rodeado de gente que le aportara lo que él no tenía. Pero por razones que solo él conoce, escogió precisamente a un grupo no solo novato, con pocas excepciones mal preparado y además arrogante. Esos ministros le han pasado una cuenta de cobro inmensa a este gobierno, pero también han sido un freno injusto para una sociedad con tantos temas por resolver. Conclusión, quien llegue a la presidencia va a tener que cuidarse muy bien al escoger a su equipo ministerial. Y a su vez los ministros no pueden tener carta blanca para hacer nombramientos sin unos criterios que garanticen transparencia y eficiencia del gobierno. El país no resiste otros cuatro años con un equipo de gobierno como el que hemos sufrido durante estos cuatro años.
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Por razones que solo Duque conoce, escogió precisamente a un grupo no solo novato, con pocas excepciones mal preparado y además arrogante
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En segundo lugar, no hay equipo que valga si no se tiene una agenda clara conectada con las demandas de la mayoría. Un gobierno que solo responde a los intereses de un grupo específico termina desgastado antes de que pueda empezar a mostrar resultados. Como se trata de ser optimistas, supongamos que en esta última etapa de la campaña presidencial sí se definen agendas claras de manera que quien llegue finalmente a la Presidencia responda a los intereses de la mayoría. Eso se llama gobernabilidad, eso que este gobierno no ha tenido. De ahí la insistencia de poder diferenciar a los candidatos no por sus peleas e insultos sino por la claridad y madurez de sus propuestas, así como por las estrategias para lograr sus metas.
Y qué hacemos con esta politiquería que ha llegado a los extremos que hemos vivido. No se resolverá sin duda, pero podemos soñar que por lo menos se tendrá un gobierno que como dijo el presidente Turbay respecto a la corrupción, logre reducirla a sus justas proporciones. Y que esto signifique que las cuotas de verdad pasen por un filtro de manera que no se pague con el futuro de los colombianos los apoyos en el Congreso y en general aquellos necesarios para sacar adelante políticas gubernamentales. Finalmente, el sector privado que ha tenido tanto poder en las tres últimas décadas porque se confundió la prioridad del mercado con la prioridad del capital, ha aprendido una dura lección: ya saben porque lo han vivido en carne propia, que nada sacan los grandes capitales nacionales si al país le va mal por estar gobernado por quienes nunca deberían haber llegado a esas altas posiciones.
¿Será que estas ideas tan elementales constituyen un sueño imposible? ¿Alguna campaña entenderá este mensaje simple pero necesario? Amanecerá y veremos.
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@CeciliaLopezM