En reciente alocución el señor Presidente Gustavo Petro, ordena que el ministerio de trabajo promueva la organización de sindicatos como medida de reparación colectiva al movimiento sindical.
No podía ser más oportuna y pertinente la anterior orientación teniendo en cuenta las circunstancias históricas del genocidio cometido no solamente contra la Unión Patriótica, sino también contra los 3.300 dirigentes sindicales asesinados por fuerzas paramilitares y demás organizaciones armadas por fuera de la ley, siguiendo orientaciones de algunos empresarios, sectores del ejército, unidades de la policía y de los cuerpos de inteligencia del estado.
El llamado viene en un momento en que se agita en la opinión publica el debate sobre las reformas de la salud, y en que se han radicado los proyectos de reforma a la educación y la reforma laboral y de pensiones, además del decreto sobre la extinción de dominio y sobre la organización y la movilización campesina, que ha puesto el grito en el cielo de los sectores dominantes de este país.
“La construcción de un orden social justo implica la construcción de un sujeto que se reconozca como agente político. Las reformas que harán posible un acercamiento a un orden social justo, no se cocinan en el congreso, sino en las calles, y el sujeto que las hará posibles no son los senadores sino las organizaciones que agrupan a los miembros de sectores populares en sus múltiples luchas y reivindicaciones.”
“Pero la movilización no garantiza automáticamente el paso de la indignación a la construcción política; este paso solo es posible cuando la movilización consolida procesos organizativos y propicia la articulación de múltiples sujetos y múltiples reivindicaciones.
“Esto implica paciencia y perseverancia para potenciar logros y superar los retrocesos, pues la construcción a la que nos avocamos es siempre de muy largo plazo, por más urgentes que sean los cambios que demandamos” (El Colectivo Nº 87-Julio 2023)
Muy a propósito esta cita para reafirmar una de las tesis que hemos venido defendiendo en artículos anteriores: las reformas de la salud, pensiones y del trabajo, y de la tenencia de la tierra, tienen que estar sustentadas obligatoriamente en un movimiento de masas, organizado y consciente de sus derechos y obligaciones.
Es en este escenario y en esta coyuntura política donde juega un papel protagónico la promoción de un sindicalismo moderno que deje atrás los sindicatos de bolsillo e impulse el sindicalismo por remas industriales a nivel nacional, tanto en el campo como en la ciudad.
Esta propuesta no es un capricho sectario ni mucho menos, sino que hace parte sustancial del programa de transición democrática del Pacto Histórico y del gobierno del Presidente Petro, como un factor indispensable para la implementación de las reformas sociales estructurales por la paz, la democracia y la justicia social en este país.
En el proyecto de reforma laboral radicado recientemente por segunda vez, no se advierte la presencia de la organización sindical como elemento esencial para empoderar a la clase obrera y a los trabajadores como sujeto político de los cambios democráticos:
1-Regulación de nuevas formas de empleo-
2-Mayor equidad en relaciones laborales
3-Formalización y contribución al sistema pensional
4-Apoya al trabajo informal
5-Reducción jornada laboral y regulación de horas extras
6-Regulación de contratos de aprendizaje
7-Incentivo a economías sostenibles.
En cambio en el movimiento campesino por la reforma agraria integral ya se empieza la organización y movilización con los comités municipales de la reforma agraria, sin los cuales es imposible la formalización de la tenencia de la tierra y la implementación de la reforma agraria.
Teniendo en cuenta además, que no solamente hay que puntualizar en la organización de los sectores campesinos pobres y medianos a través de cooperativas y demás entidades pertinentes como las acciones comunales, sino que también y de qué manera, hay que organizar al proletariado agrícola, a la clase obrera rural en sindicatos nacionales poderosos, para poder hacer efectiva la alianza obrero campesina moderna, sin la cual es imposible una verdadera reforma agraria democrática.
Por eso el gobierno nacional tiene que abrir los espacios para que la clase obrera de la ciudad y del campo asuma la organización de un sindicalismo de industria, poderoso e independiente que le sirva no solamente como herramienta para defender sus intereses gremiales sino también como instrumento político para defender sus intereses a corto, mediano y largo plazo en el panorama político nacional.
De tal manera que el llamado del Presidente Petro al ministerio del trabajo para promover la organización de sindicatos, no solamente tiene que ver con la reparación colectiva del genocidio contra el movimiento sindical, sino también con la necesidad urgente de que la clase obrera moderna, y en general los trabajadores tanto formales como informales, asuman su protagonismo como sujetos políticos en la implementación de los cambios democráticos de la coyuntura política.
La centrales obreras CUT, CTC, CGT, FECODE y las Organizaciones de Pensionados, deben recibir este llamado y tomar la iniciativa con un proyecto de ley para la reestructuración del movimiento sindical colombiano que le permita jugar como un actor moderno en las transformaciones políticas, sociales y económicas de la coyuntura nacional.
En este sentido sería oportuno agitar esta consigna en la próxima movilización del 27 de septiembre, en defensa de las reformas, la paz y la democracia, y por supuesto, por la reestructuración del sindicalismo colombiano.