Ellos (los políticos) les vendieron la idea de que serían héroes de la patria, pero qué va, los volvieron enemigos del pueblo; y el pueblo se volvió enemigo de ellos.
Ellos (los políticos) incendiaron el pueblo.
Dijeron que se acabó la plata para ayudar a los pobres y a las microempresas; pero qué va, la cogieron para pagar sus vastos sueldos y sus injustas prebendas.
Porque a ellos (los políticos) no les importa si hay desabastecimiento, si la papa sube o baja, o si la docena de huevos queda por encima de $1800, qué va.
A ellos (los políticos) no les importa si el panadero va a dejar de ganarse dos millones, o si el pasaje del bus sube a $4000; y menos si hay que derramar la leche. Al fin y al cabo, los hombres lo hacen todos los días.
A ellos (los políticos) no les afana si la vía está bloqueada por los campesinos o la minga indígena, o si hay paro camionero. Al fin y al cabo, no pueden bloquear las rutas aéreas porque no levitan como los capturados de la Fiscalía.
A ellos (los políticos) les importa un pepino si se cayó la reforma; ya buscarán otra manera de asfixiarnos con impuestos, sin que nos demos cuenta.
A ellos (los políticos) les importa un carajo si este país progresa o no. Al fin y al cabo, apenas suelten la teta (perdón, el cargo), se irán a disfrutar de sus humildes pensiones a países desarrollados; y sus hijos y nietos estudiarán en modestas universidades.
¡Ahhh! Pero no olviden de que ellos (los políticos) estarán dispuestos a devolver sus hijos a Colombia para que sean próceres de la patria y aporten al país; o, en su defecto, para que sigan sus pasos, hagan un buen capital y luego se larguen a hacer lo mismo con sus nietos.
A ellos (los políticos) les importa un reverendo pepino si usted murió marchando o “defendiendo a la patria” debajo de un uniforme. Al fin y al cabo, cada quien vela sus muertos.
A ellos (los políticos) no les importa si usted se indigna por Facebook, Twitter o cualquier otra red. Al fin y al cabo, en todas se escupe el mismo odio.
¡Ay bendito!
Yo solo espero que esta resistencia nos aguante; que la indignación nos perdure; y que ellos (los políticos) vean la verdadera putería de este pueblo, en la única parte que a ellos les importa, ¡en las urnas!