El pueblo ha elegido nuevos gobernantes para los próximos cuatro años. Su fallo es inapelable y debe ser respetado, pues este es soberano según nuestra Constitución. Proceder en forma contraria causa malestar y protesta ciudadana, como sucedió en el plebiscito por la paz.
Ustedes que han recibido el honroso encargo de liderar nuestros destinos esperamos que cumplan a cabalidad sus programas, tarea difícil, para la cual tanto diputados, concejales elegidos y la sociedad deben asumir una actitud positiva de colaboración. Obstaculizar su trabajo sería una actitud irresponsable y mezquina, ya que su éxito será el éxito de la comunidad.
Múltiples lecciones se desprenden de los resultados del proceso electoral: rechazo a la polarización, castigo a quienes actuaron con soberbia y prepotencia, igualmente a quienes utilizaron artificios mañosos, calumniadores y juego sucio. Sin duda, se observa un voto protesta frente al negativo escenario que perciben los ciudadanos.
En la encuesta realizada por Yanhaas para el periódico El Colombiano y otros medios de comunicación, publicada el 14 de octubre, las personas encuestadas respondieron a la pregunta cree usted que el país va por buen camino o por mal camino lo siguiente: mal camino. 58.1%. Además, a la situación económica del país en este momento, un 33.9% dijo que era mala; 60.3%, regular; y 5.6%, buena. Sin duda, un escenario muy negativo que acompañó a los electores en su decisión de voto.
En 60 días finalizan los mandatos de los actuales gobernantes, que como toda obra humana presentan luces y sombras. Asumirán el primero de enero los nuevos mandatarios elegidos en un proceso electoral en el que se dio un positivo mensaje: respeto a la democracia y al pluralismo ideológico.
En las campañas tuvimos a nuestra consideración un amplio abanico de propuestas que interpretaban la compleja realidad de nuestra región y nuestro pueblo. Sin duda, los candidatos adelantaron una intensa tarea que los hace merecedores de la gratitud ciudadana.
Los nuevos gobernantes han manifestado que su tarea prioritaria será la de unir, no la de polarizar ni estimular enfrentamientos políticos que nada aportan a la solución de la compleja problemática de nuestra gente, necesitada de experimentar mejoramiento en su calidad de vida. Gobernarán para todos los ciudadanos, sin excepción alguna, tanto para quienes hayan votado por ellos como para quienes no.
Han de significar tranquilidad, seguridad, progreso. Sería muy preocupante lo contrario: amenaza e inseguridad. Para el éxito de su difícil trabajo necesitan tender puentes que hagan posible un escenario positivo para los indispensables consensos que faciliten su gobernanza y gobernabilidad y, desde luego, estimular la urgente reconciliación ciudadana y la colaboración del inmenso talento existente en nuestra sociedad.
Al finalizar sus mandatos aspiramos a sentirnos orgullosos de ellos los hagan acreedores de la admiración, respeto y gratitud ciudadanas.
Amables lectores: nuestra responsabilidad no se agota con la elección de los gobernantes, nos corresponde colaborar, desprovistos de prejuicios y resentimientos, caminando hacia el mismo destino que permita mejorar la calidad de vida de la gente, la convivencia ciudadana, el crecimiento de la economía, el respeto a la dignidad humana, la derrota a la criminalidad y la corrupción…
¡Manos a la obra! ¡Más trabajo, menos política!
Atrás debe quedar la intensa e improductiva polarización que ha fragmentado irracionalmente el ánimo y el talento de la sociedad colombiana. Quienes han sido honrados por el voto popular tienen el enorme desafío de trabajar para corregir errores e intentar innovaciones sociales que permitan solucionar numerosos problemas.