¡Por fin! Después de cuatro años de arduas negociaciones y fuertes oleadas de escepticismo se firma el acuerdo de paz entre ustedes, representantes de las Farc, y el Gobierno Nacional de Colombia. Si lo anterior converge con el sí en el plebiscito, quedará atrás medio siglo de violencia absurda.
La reducción en la tasa de homicidios de un tiempo para acá y los prospectos de un país en paz son un buen motivo para que muchos votemos sí el próximo 2 de octubre. Sé que, como dijo De la Calle, se firmó el mejor acuerdo posible. Soy consciente, también, de la oposición de parte de muchos colombianos que consideran que el gobierno les concedió en exceso y que temen impunidad. Creo que la comunicación a la ciudadanía durante el proceso no ha sido la más acertada. Varios importantes señores de la guerra han aprovechado el vacío y promueven el no.
Han dejado claro ustedes que dejar la vía armada e incorporarse a una vida con nuevas reglas de juego no es asunto de carro, casa y beca. Quieren hacer política y, para ello, contar con la protección efectiva de sus vidas de parte del estado colombiano. No puede repetirse en este y los próximos años lo de Guadalupe Salcedo, ni el asesinato de los líderes de la U.P. o de Pizarro.
Un escenario clave de su participación en política será el Congreso de la República. Salen de una selva para entrar en otra, con reglas de juego determinadas por la ley y también por las prácticas de experimentados políticos. Crecer y triunfar allí es difícil.
Según el Acuerdo final suscrito el pasado 24 de agosto su movimiento político tendrá presencia en el Congreso en las condiciones siguientes:
— Podrá inscribir listas únicas de candidatos propios o en coalición con otros partidos y/o movimientos políticos con personería jurídica para la circunscripción ordinaria del Senado de la República y para cada una de las circunscripciones territoriales ordinarias en que se elige la Cámara de Representantes.
— Estas listas competirán en igualdad de condiciones de conformidad con las reglas ordinarias por la totalidad de las curules que se eligen en cada circunscripción. En el Senado se garantizará un mínimo de 5 curules, incluidas las obtenidas de conformidad con las reglas ordinarias. En la Cámara de Representantes se garantizará un mínimo de 5 curules, incluidas las obtenidas de conformidad con las reglas ordinarias. Para este efecto en la Cámara de Representantes se asignará una curul a cada una de las 5 listas que obtengan las mayores votaciones y que no hubieren obtenido curul.
Como las próximas elecciones tendrán lugar en marzo de 2018, la presencia de ustedes en el Congreso a partir de la firma del acuerdo y hasta julio de 2018 será con voz y sin voto:
A partir de la entrada en vigor del Acuerdo Final la agrupación política constituida con el objeto de promover la creación del futuro partido o movimiento político que surja de la transición de las Farc-EP a la vida política legal, designará 3 voceros/as en cada una de las cámaras (Senado y Cámara de Representantes), quienes deberán ser ciudadanos/as en ejercicio, exclusivamente para que participen en el debate de los proyectos de reforma constitucional o legal que sean tramitados mediante el Procedimiento Legislativo Especial para la Paz de que trata el Acto Legislativo 01 de 2016.
Más allá de si, al cabo de, digamos, diez o veinte años, han resultado exitosos en política bajo las reglas de la Constitución colombiana y las prácticas de los políticos criollos, ustedes harán sus primeros pinos como legisladores y ejerciendo su función de control político en corto plazo. Competirán, en todos los eslabones de la cadena de la política, con verdaderos empresarios electorales, dinastías regionales, muchos de ellos con acceso al billete grande, legal e ilegal, expertos en el uso de mermelada proveniente del presupuesto público.
Según Cifras y Conceptos (2014) una campaña al Congreso costaba $3000 millones en promedio, cifra ya revaluada y por encima del tope permitido legalmente. Los que menos gastan son aquellos elegidos por el voto de opinión, una minoría. Si el salario del congresista es de $25 millones, recibirá un ingreso bruto de $1200 millones en los cuatro años de ejercicio, es decir, el equivalente al 40 % del costo promedio de las campañas. ¿De dónde sale el resto? He ahí el arte de buena parte de los empresarios de la política: experticia en la adquisición de puestos y contratos para recuperar la inversión y capitalizar para los siguientes ejercicios electorales.
Es posible que ustedes den hoy por sentado que,
en algunas regiones en la que han tenido mayor influencia,
cuentan con la favorabilidad de la gente. Podrían equivocarse.
A menos que puedan traducir sus propuestas en un proyecto político consistente que triunfe en los debates electorales y se traduzca en hechos visibles reconocidos por la ciudadanía, la manigua de la política tradicional se los puede tragar en pocos años, así dispongan de unas pocas curules. El Acuerdo sobre su participación en el Congreso es aceptable pero no representa ninguna garantía de éxito. Eso dependerá de ustedes.
Es posible, por ejemplo, que ustedes den hoy por sentado que, en algunas regiones en la que ustedes han tenido mayor influencia, cuentan con la favorabilidad de la gente. Podrían equivocarse.
Si recuerdan los resultados de las elecciones presidenciales en el 2014 verán que, por ejemplo, en el Caquetá, en donde han estado ustedes por décadas, ganó el candidato del Centro Democrático, Oscar Iván Zuluaga; que, para Senado, barrió el mismo partido, tanto en el departamento como en casi todos los municipios. En la capital, Florencia, el CD obtuvo el 28% de los votos, casi equivalente a la suma del Polo (15%) y los partidos liberal (8%) y conservador (6%). Ese patrón se reproduce en buena parte de los antiguos territorios nacionales, escenario histórico de ustedes.
Un verdadero reto.