Mientras por muchos años a Montoya le dieron palo en su propio país por ser crecido, agrandado y poco patriota, en el mundo internacional lo valoran demasiado al punto de considerarlo como uno de los mejores pilotos de la historia que nunca pudo ganar un título.
Su estadía en la Fórmula 1 coincidió con los años más dominantes de Michael Schumacher y Ferrari en la Fórmula 1. Poco podía hacer ante el poderío del alemán que muchos aquí tacharon como enemigo, pero que realmente era un deportista ejemplar a seguir. Sin embargo, con ese Williams que todos los colombianos recuerdan, Juan Pablo le plantó pelea en varias ocasiones al Kaiser y en 2003 estuvo a dos puntos de arrebatarle el liderato en el final de temporada, pero falló y Schumacher volvió a llevarse el título.
El talento de Juan Pablo era tan grande que hasta le ofrecieron de Ferrari ser el compañero de Schumacher, pero él rechazó la oferta porque sabía que no estaría al mando del equipo y no quería ser segundón de nadie. Cualquiera hubiera dicho que sí a conducir un Ferrari en Fórmula 1, pero pese a que siempre fue su sueño supo rechazar la oferta.
Lo que nadie sabía, ni él, es que 15 años después de irse de la Fórmula 1 tendría la oportunidad de manejar un Ferrari. Fue en el circuito italiano de Mugello, donde se realizó una exhibición del equipo con varios coches de Fórmula 1 y de carretera de la marca, y tuvieron el gran gesto de invitar al colombiano a montarse en el F2008, vehículo que compitió en la temporada 2008 de Fórmula 1.
Con su característico casco tricolor que todo Colombia reconocería a kilómetros, Juan Pablo se puso a los mandos del Ferrari y dio unas cuantas vueltas al circuito de Mugello, donde estuvo acompañado por su hijo Sebastián Montoya y Marc Gené, expiloto también de Fórmula 1 y con el que sostiene una gran amistad. Estos videos pueden ser tal vez la última vez que vimos a Juan Pablo a los mandos de un F1, y nada menos que vestido de rojo en la legendaria escudería Ferrari.
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