Mi querida prima, ahora que acompañas a tu padre en los últimos instantes de su vida, en medio de la confusión que adviene con la incertidumbre, permíteme expresar desde la distancia algunos pensamientos que sobrevienen; permíteme decir lo siento al tiempo que lamento profundamente su dolor. Cuando sabes que el fin es inminente, deseo que hagas en tu corazón maltrecho un espacio para considerar la forma de hacer frente a la adversidad con algunas actividades que podrán acercarte a tu progenitor durante las horas antes de despedirse. Pensarás que es un esfuerzo innecesario, pero es mi deseo que detalles en cada idea a fin de afrontar de manera correcta la muerte de tu ser más amado. Ideas que indican tareas con propósito; lo que quiero decir es que al implementarlas, puedas mantener la esperanza en los beneficios tal y como la tienes cuando tomas medicina para cualquier otro dolor del cuerpo como el de cabeza.
Realiza actividad física. La tarea en uso del cuerpo sin extralimitarse ni fatigar con sobrecarga los músculos, disminuirá tus dolencias e incluso las náuseas y vómitos producidos por el sufrimiento; además, la ejercitación con enfoque gestiona de un modo natural tu energía y resta intensidad a la angustia física que puede causar estreñimiento y otros malestares gástricos. Con ello, Lizeth, come bien, aunque no tengas apetito, hidrátate constantemente, aparta tiempo para descansar por unos minutos y lleva a cabo una rutina de entrenamiento de al menos 15 minutos al día. Sé bien que no te nace hacerlo, pero siempre viene bien obligarse a hacer lo debido.
Hazle sentir lo más seguro posible a tu padre en su lecho de enfermo, esto es, disponerlo todo para que sobreentienda que está en el mejor lugar y con la atención indicada de acuerdo a la gravedad de la enfermedad. ¿Cómo imaginas el espacio en que te gustaría estar antes de partir? En este sentido, mantente alerta para que la autonomía del enfermo se vea potenciada y dale la asistencia anhelada en la toma de decisiones según el deterioro orgánico se vaya manifestando. Tal vez, ya haya llegado el día en que tú seas su conciencia y su voz. Por favor, esfuérzate en mantener la dignidad personal en lo que atañe a la higiene y la presentación no solo de quien se está preparando para el viaje último, sino también la tuya; vístete de manera cómoda y mantén la imagen atractiva que has sabido reconocer en un espejo; no desdeñes el compartir una copa, un bocado deseado, bailar, cantar, o el encanto propio de las mujeres bellas. Porque el bienestar del que padece una enfermedad depende en gran parte del bienestar de su cuidador.
Valora la compañía, el abrazo, la caricia y la interacción con buenas personas porque es el momento en el que debes apreciar la cercanía y agradecer los vínculos que son de inestimable valor; aquellos que traducen el lenguaje de la amistad y la fraternidad, los que disipan un poco las tinieblas de la amargura y brindan calor cuando el frío del sepulcro abruma. Mantente cerca de los que saben llorar contigo y prestan sus hombros para la lamentación urgente; porque ellos serán refugio y amor verdadero donde podrás aprender a descargar tus penas.
Por último, querida Lizeth, es menester que busques un significado a la vida maravillosa que tuviste con tu padre todos estos años, desde niña y hasta ahora cuando te has convertido en una mujer adulta; es tuya la responsabilidad de hallarle sentido a su muerte y al sufrimiento. No continúes sin buscar el tesoro que encierra este momento crucial que es principio de un viaje y de una separación. Desea con el alma sentirte conectada con el universo, con Dios y con las personas que amas en un sentido trascendente porque allí tendrás la esperanza que quizá te falta, la absolución de cualquier culpa y la fe en posibles reencuentros. Es mi oración que halles el lugar en el que este tiempo se constituya en un momento importante de una larga vida cargada de experiencias y contrastes, para que sigas dando y recibiendo todo lo bello que tu padre anhela antes de partir a la eternidad.
