La preocupación dentro de las cárceles por la expansión del COVID-19 sigue creciendo. Los primeros contagios que se confirmaron fueron en la cárcel de Villavicencio, pero el virus se propagó a otros penales por el traslado de presos que el INPEC autorizó. Por lo menos cuatro personas que fueron llevadas a la cárcel de Guaduas, Tolima; a la cárcel de Las Heliconias, en Caquetá, y dos presos a La Picota dieron positivo tras las pruebas que se les realizó.
Ahora la Secretaría de Salud de Bogotá confirmó el contagio de otros cinco presos en La Picota. Inmediatamente los guardias del INPEC comenzaron con la desinfección del lugar y sacaron a uno de los patios las colchonetas de los reclusos para quemarlas.
Los dos primeros contagios en esta cárcel llegaron desde Villavicencio, y aunque el Ministerio de Justicia y el INPEC aseguran que fueron puestos en aislamiento inmediatamente en la Unidad de Tratamiento Especial (UTE), o celdas de aislamiento, dos de los nuevos cinco casos se habrían registrado precisamente en esta unidad.
Los otros contagios se habrían presentado en los patios 14 y 4, según denuncian algunos reclusos dentro del penal. Actualmente, los presos no están saliendo de sus celdas ni para recoger la comida, por lo que los guardias del INPEC son quienes tienen que llevarla hasta donde están encerradas las personas para evitar el contacto entre ellos. Sin embargo, desde hace un par de semanas se declaró una huelga de hambre al interior hasta que el gobierno y el INPEC no den garantías para evitar la propagación del virus, pues resulta imposible mantener la distancia recomendada por las autoridades dentro del penal.
Las protestas no se han hecho esperar y desde hace varios días los gritos, las arengas y los golpes a las rejas son recurrentes en La Picota:
Aunque han pasado más de 10 días desde que el Ministerio de Justicia expidió el decreto de excarcelación con el que espera sacar de los penales a cerca de 4.000 presos, lo cierto es que este proceso ha sido lento.
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