Hoy, jueves 16 de julio, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia condenó al actual gobernador del departamento del Cesar, Luis Alberto Monsalvo Gnecco, por organizar y ejecutar actos de corrupción al elector en las votaciones del 2011. Esto mediante la manipulación de miles de personas, víctimas de la violencia paramilitar, con la oferta de lotes para la construcción de vivienda en el municipio de Valledupar.
Ante la Corte Suprema, la Fiscalía Tercera Delegada demostró de manera contundente que el condenado ejecutó acciones proselitistas en las invasiones urbanas de Valledupar para de esa manera hacerse elegir como gobernador en el periodo 2012-2017. La Fiscalía presentó unos 13 elementos materiales probatorios.
De acuerdo con la rigurosa investigación del ente acusador, Monsalvo Gnecco firmó unos pactos con las víctimas urgidas de vivienda para ganar votos y salir victorioso en la campaña política de 2011. Hay que recordar que en el Cesar hay registradas más de 500.000 víctimas de la violencia.
En total fueron tres los documentos que realizó cuando era candidato con las víctimas de los barrios Emmanuel y Guasimales
La decisión de la corte es un trascendental fallo con gran impacto político y social en el departamento del Cesar y en la Costa Caribe, pues la condena coloca nuevamente en la picota pública a una de las más criminales mafias que capturaron el Estado regional en alianza con los paramilitares y las bandas delincuenciales que manejan el tráfico de drogas y el contrabando de combustible en esa zona (que incluye la Baja Guajira).
Monsalvo Gnecco es hijo de Cielo Gnecco, un mandamás político que tiene bajo sus riendas el control absoluto del poder político en el Cesar. Su padre es el acaudalado ganadero y comerciante cienaguero Luis Alberto "El Muñe" Monsalvo Ramírez, que acumula una riqueza de 50.000 cabezas de ganado en extensos latifundios en el Magdalena y las Sabanas de Ariguaní.
La familia Gnecco es un clan de La Guajira, de filiación liberal, que amasó su fortuna durante el auge del contrabando y la bonanza marimbera.
Cielo Gnecco es parte de ese oscuro y criminal clan familiar del que hacen parte Jorge Gnecco (qepd), Lucas Gnecco, Pepe Gnecco, Kiko Gómez y Hugo Alberto Gnecco, que cueta con amplia influencia por el Magdalena Grande.
En la actualidad tienen el dominio absoluto del departamento del Cesar, que es una unidad administrativa del Estado colombiano con 23.000 kilómetros cuadrados, donde viven 1'300.000 personas.
En 1996, Jorge Gnecco, un reconocido narcotraficante, hizo alianzas con Carlos Castaño y con Mancuso en el departamento de Córdoba para traer a los paramilitares de las AUC al Cesar. Posteriormente, fue asesinado por Jorge 40 en las Sabanas de San Ángel por disputas en negocios de droga.
Su hermano, Lucas, gobernó dos veces el departamento y su otro hermano, José conocido como Pepe, fue senador. Ambos terminaron condenados a largos años de prisión por la parapolítica.
Su primo Kiko Gómez, exgobernador de La Guajira, paga 50 años de cárcel por el asesinato de una exalcaldesa del municipio de Barrancas (Guajira). Cabe anotar que este es aliado de Marcos Figueroa y del Cartel de los González, que opera en La Guajira y que está vinculado a la Ñeñepolítica (que movilizó gran caudal electoral para imponer en la presidencia a Iván Duque).
El Clan Gnecco, en cabeza de Cielo Gnecco, en las elecciones parlamentarias 2018 logró ampliar su fuerza en el Congreso, a pesar de los probados vínculos que han tenido con paramilitares, narcotraficantes y los juicios en su contra que van desde desvío de recursos públicos hasta condenas por homicidio.
Unas joyas
Bajo el imperio de esta estructura criminal, el departamento del Cesar vivió épocas tenebrosas de violencia ejecutada por el Bloque Norte de las AUC, encabezadas por Jorge 40.
Durante el periodo 1996-2006, el paramilitarismo implantó un régimen de terror en el Cesar con los Frentes Juan Andrés Álvarez, al mando de Tolemaida; Mártires Cacique de Upar, encabezado por el Tigre (autor del reciente secuestro de la sobrina de García Márquez en el Retén); y Resistencia Motilona, al mando de Julio Palizada, ubicado en Tamalameque.
Previamente la familia Gnecco organizó las Convivir Guaymaral y Salguero (1996), que recibió el más amplio respaldo del Batallón la Popa, desde donde se ejecutaron numerosos falsos positivos por parte del coronel Hernán Mejía, hoy condenado por la justicia ordinaria.
Los paramilitares de los frentes mencionados son responsables de 133 masacres y 805 asesinatos, ejecutados en una campaña de terror orientada a despojar cientos de campesinos beneficiarios de la reforma agraria como los de El Platanal, Santa Fe, el Toco y la Gloria. Lo anterior para implantar un modelo de reordenamiento territorial que creara las condiciones favorables a la locomotora y el extractivismo minero que benefició a poderosas multinacionales del carbón, asentadas hoy en el principal distrito minero del Cesar.
Estas empresas se aliaron con los paramilitares del Frente Juan Andrés Álvarez, a quienes presuntamente entregaron millones de dólares y apoyos logísticos para asesinar sindicalistas y campesinos, cuyas familias son las víctimas que manipuló y engañó el gobernador condenado y destituido.
Por esos hechos hay investigaciones judiciales en la Corte de Alabama y en la justicia ordinaria de Colombia, pendientes de definirse.