"Oye,
Te hablo desde la prisión
Wilson Manyoma
Y dice...
En el mundo en que yo vivo
Siempre hay cuatro esquinas...
Pero entre esquina y esquina siempre habrá lo mismo.
Para mí no existe el cielo, ni luna ni estrella... ".
Esta es parte de la letra de la emblemática canción nacional El Preso, un ícono de nuestra identidad que fue todo un éxito nacional e internacional de Fruko y sus Tesos, y que continúa engrosando los bolsillos de la famosa agrupación y las poderosas disqueras. Pero, paradójicamente, el arreglista nunca recibió un solo peso de regalías, aun cuando fue definitivo en el éxito del mismo. Y lo más triste es que murió abandonado en la absoluta pobreza.
Esta tragedia también la vivió el maestro Enrique Aguilar, arreglista de los éxitos Carita de ángel y Para Santa Marta, interpretado por Gustavo 'el Loco' Quintero y la Billo's Caracas Boy, quien pasó a la tan de moda película El olvido que seremos, inspirada en el libro de Héctor Abad Faciolince. Este es un caso más en la larga lista de cientos de arreglistas a los que se les ha desconocido su trabajo, en un país en donde lo inmediato y visible sepulta la labor de manos trabajadoras, inmensos talentos, quienes aun desde el anonimato fueron definitivos para construir un concepto musical.
Un proyecto de ley que radicó el martes el representante de Arauca José Vicente Carreño Castro incluye por primera vez al arreglista como titular de derecho de la obra musical, en el entendido de que “es aquel que armoniza y contextualiza una obra musical, impregnando su propia identidad, para que sea interpretada por voces e instrumentos”, lo que le permite estar en el mismo rango del autor, el compositor y el intérprete.
Esta es una de las disposiciones que contempla la iniciativa legislativa, en la que se busca que cualquier titular de derecho, sin importar el anonimato o la condición social, tenga una equitativa y oportuna regalía o retribución económica. Con ello se sientan las bases de una política pública nacional, departamental y municipal para fomentar y dignificar el trabajo y la obra artística musical, incluidos planes, programas y proyectos para promover la difusión y el posicionamiento de la música colombiana, y establecer nuevos criterios en la distribución de los recursos disponibles para tal fin.
La iniciativa establece también medidas que van dirigidas a mejorar la calidad de vida de las personas dedicadas a la música, como modificar la Estampilla Procultura (creada en la Ley 397 de 1997) para lograr la cobertura total de la seguridad social. Esto es, una caracterización demográfica con el fin de establecer una clara línea de intervención social y asegurar que los titulares de los derechos tengan una justa y equitativa compensación, en el que las asociaciones que administran directamente los músicos (sociedades distintas a las de gestión colectiva) puedan adelantar también funciones de recaudo y distribución de recursos.
Coletilla: Un complejo, pero interesante trámite le espera a esta iniciativa legislativa, que el representante Carreño Castro concertó a lo largo de cuatro meses con los diferentes sectores de la música en el ámbito nacional (incluido el conocido director musical Sergio Medina en Arauca) que, igualmente, sienta la bases de una concertación para salvaguardar los derechos de los exponentes de la música llanera; teniendo en cuenta, además, que el proyecto de ley dispone que “en cada espectáculo público que se presente un artista o agrupación extranjera o de una entidad territorial distinta a donde se realiza el mismo, se debe incluir la presentación de dos artistas o agrupaciones territoriales o locales”.
