La afirmación errada que nos dio el director del Dane en entrevista con Juan Diego Alvira en Noticias Caracol, afirmando que aquellos que ganen a partir de $450.000 ya son considerados clase media, es un sofisma que hoy hace que quienes nos ubicamos como personas que no somos ricas pero que tampoco estamos en la pobreza o extrema pobreza, seamos una ubicación socio económica olvidada y abstracta para la economía del Gobierno.
Estamos enfrentando no solo una crisis en la salud, es más que eso, es una crisis económica por ende social. Somos la mal llamada clase media del país. Sin embargo, como han afirmado economistas, se debe hacer una diferencia enfática en el nivel de ingresos con el poder adquisitivo. Es decir, ganar más de un salario mínimo incluso menos, en Colombia, según el Dane, ya te ubica en el estrato socioeconómico de clase media, pero en la praxis ese sueldo que se devenga no es suficiente para poder comprar o vivir como personas de clase media. Muchas de las realidades es que los ingresos se van directamente a la satisfacción de los recursos básicos: vivir en un sector promedio, pagar arriendo de vivienda y en el caso de ser independiente y poseer un negocio en físico, pagar el arriendo comercial.
Ahí entra otro agravante en el que no quiero profundizar, pero es necesario mencionarlo. Muchos de quienes son categorizados como clase media, son dueños de Pymes. Hacer empresa en Colombia es muy complicado son muchos los egresos en impuestos que toca asumir, casi que los impuestos terminan asfixiando la económica del negocio. En ese sentido, esta cuarentena nos tiene en la cuerda floja porque en el país la percepción de clase media, es más una categorización sociológica que económica, por lo que en Colombia seriamos más cercanos a una clase media baja. Y este Covid-19 no lo afirma con gran ímpetu cuando nos damos cuenta que los ingresos que medianamente recibimos son escasamente e indispensables para poder cubrir estrictamente las necesidades básica de todo un núcleo familiar: salud, educación, arriendos, vivienda, ropa y uno que otro gustico.
Es deber del estado revisar con mayor atención cuáles son esas personas que si bien no estamos en la pobreza sí estamos a muy poco de estarlos sí la crisis que estamos viviendo, nos sigue afectando.
Una prolongación de la cuarentena podría ser catastrófico para este sector social: el endeudamiento sigue estando pese a las ayudas de postergación del pago, pues la deuda sigue vigente y cada vez será más difícil poder cubrirlas. El arriendo es quizás lo más preocupante para esos 5,6 millones de personas que vivimos bajo esta modalidad pertenecientes a los estratos 1,2 y 3. Estamos en una encrucijada donde la escasa plata que hay con ahorros incluidos, si se tiene, no se puede consumir solo en arriendos. Tampoco se contempla albergue para una población tan grande que no se encuentra en la extrema pobreza y que se ve limitada por las restricciones de la cuarentena, a poder mudarse o viajar para buscar un alivio económico. Qué hacer entonces, sí estamos a punto de quedar en la quiebra
No somos grandes capitalistas poseedores de los medios de producción, pero tampoco somos población vulnerable sin acceso a un ingreso que nos permita edificarla: somos entonces población con ingresos y créditos bancarios buscando construir patrimonio. Unos ingresos que para muchos les fueron retirados o reducidos, seguramente con créditos bancarios a pagar, familias que mantener y obligaciones por cubrir.
Es necesario amparar este sector social de ´clase media´ no solo para proteger sus derechos fundamentales sino por el bien de la economía del país. El Gobierno tendría que elaborar un plan robusto de contingencia económica para poder responder a las necesidades principalmente de los estratos 3, 4 y 5 buscando evitar que se crucen los límites que nos pueden llevar a la pobreza.
Contemplar el congelamiento de pagos de los servicios públicos es fundamental. Estipular la negación del pago de arriendos tanto de viviendas como locales que se vieron forzados a cerrar durante la cuarentena, debe ser otra medida necesaria para proteger la economía de los colombianos y, para garantizar que la prioridad de las personas sea la protección de su salud respetando el aislamiento y garantizando la salud mental. Por lo mismo debe ser indispensable que una vez congelado los cobros, se le otorgue a la población vulnerable de estratos 0 a 4 bonos canjeables por alimentos y medicina, para así, garantizar la comida de los colombianos asegurando que su salud siga siendo su máxima prioridad. Esto debe también ser para aquellas personas que viven del arriendo, deben ser asistidos económicamente. Evitamos con esto, problemas graves de violencia, levantamiento social, violación a los derechos fundamentales y logramos, la garantía del aislamiento preventivo.
Esto es un panorama donde existe una mezcla de pobreza, vulnerabilidad y clase media que tiene que ser asistida. El Estado colombiano, es catalogado un estado neoliberal, capitalista y a diferencia de lo que muchos piensan, es el estado quien regula al mercado, no puede existir la economía sin estado, es este quien delibera el mercado para solucionar problemas esos mismos que hoy necesitamos se resuelva mediante la intervención y la asistencia para mitigar los impactos económicos y sanitarios. La economía debe ser política o no existe. Por ende garantizar los derechos fundamentales y el bienestar social debe ser un acto político del Gobierno.