Por muchos años hablar de la religión de los colombianos significó hablar un catolicismo firme y casi homogéneo en su población. Sin embargo, tras el arribo de muchas denominaciones protestantes, principalmente de la década de los 70 del siglo pasado, el panorama religioso giró para dar cabida a un cristianismo variopinto. Después, tras el advenimiento de la internet, ha empezado a crecer el segmento de creyentes no afiliados a iglesia alguna y el de personas sin creencias religiosas (ateos y agnósticos), siendo estos nuevos elementos para el proceso de reconfiguración religiosa, en el que Colombia está inmerso.
En Colombia no se pregunta por religión en los censos, razón por la que conocer la composición religiosa de la población solo es posible por estudios independientes. El más reciente de estos fue llevado a cabo por William Mauricio Beltrán y Sonia Larotta, dos sociólogos de la religión, que adelantaron la Encuesta Nacional de Diversidad Religiosa 2019 (ENDR).
El trabajo muestra los resultados de una encuesta en el que se consultó a 11.034 ciudadanos colombianos mayores de edad, de todos los estratos socioeconómicos y de todos los departamentos del país.
El estudio muestra una dramática disminución de la población católica en Colombia, el aumento de ateos, agnósticos y de creyentes que no se identifican en ninguna religión, así también el crecimiento de un sector poblacional al que se ha denominado “diversidad protestante”.
El catolicismo sigue siendo la religión mayoritaria de los colombianos. Pero esta solo alcanza el 57,2% y en las grandes ciudades: Bogotá, Medellín y Cali está por debajo del promedio nacional. Más mujeres que hombres se identifican como católicos, 58,7% vs 55,5%. Y solo un 20,5% de los LGBTI se consideran católicos.
El segundo renglón corresponde para la diversidad protestante, que no es un grupo unificado, sino que responde a varias iglesias con doctrinas diferentes. En este grupo se encuentran los bautistas, adventistas del séptimo día, evangélicos, carismáticos, pentecostales, menonitas, luteranos, etc. Al igual que en el caso del catolicismo, esta opción religiosa es más seguida por las mujeres que por los hombres: 21,3% vs 17,3%. Solo un 6,8% de los LGBTIQ se considera miembro de la diversidad protestante.
Los protestantes históricos (luteranos, presbiterianos y menonitas), así como adventistas del séptimo día, mormones y testigos de Jehová, no han tenido un crecimiento notorio, pero se han mantenido estables en términos porcentuales en los últimos diez años.
El tercer renglón corresponde para los creyentes no afiliados. Estas son las personas que dicen creer en Dios, pero no en la iglesia. No siguen a una denominación, cura, pastor, ni hacer una lectura rígida o literal de un libro religioso. En las tres principales ciudades del país los no afiliados están por encima del promedio nacional, estando Bogotá a la cabeza, con el 18% de sus habitantes identificándose en este segmento.
El 14.1% de los colombianos han cambiado de religión. De estos, casi tres cuartas partes migró del catolicismo a otra religión. Esta sangría de feligreses es la que explica que el catolicismo esté cayendo año tras año. Las filas del protestantismo, de los creyentes no afiliados, e incluso de los ateos y agnósticos, crecen a costa de los números de la Iglesia de Roma.
Al parecer, el nombramiento de un Papa latinoamericano, el declarar más santos y beatos de estas tierras, no ha bastado para detener la perdida de fieles que cambian de fe o que la pierden totalmente. Si a esto se añade que las generaciones más jóvenes son menos religiosas, el panorama para el catolicismo pinta sombrío a largo plazo.
Respecto a la importancia de la religión para los colombianos un 45,7% la considera muy importante y un 32,5% como importante. Un 10% poco importante, no es importante para un 9,5%. Discriminando por género y orientación sexual los LGBTIQ suelen considerar menos importante la religión. Poco importante 22,7% y no es importante 27,3%. Mientras que las mujeres heterosexuales suelen darle más importancia a la religión.
Por edades las nuevas generaciones suelen considerar menos importante la religión, fenómeno que también ocurre si el nivel educativo aumenta. Por ejemplo, mientras que para el 61,3% de los adultos mayores la religión es muy importante, solo un 30,6% de los jóvenes opina lo mismo. Y mientras para el 73,9% de los colombianos sin educación considera muy importante la religión, para quienes tienen educación universitaria el porcentaje cae al 43%.
En el Caribe colombiano y la Orinoquia es donde se encuentran los mayores porcentajes de ciudadanos que consideran la religión Muy importante. 53,7 y 50,8% respectivamente. Mientras que en Bogotá se obtuvieron los mayores porcentajes para Poco importante (10,3%) y No es importante (17,6%).
También es de resaltar que los ateos y agnósticos se encuentran al alza. Si bien aún no alcanzan porcentajes como los de Europa occidental la tendencia es creciente. Los más jóvenes tienen más probabilidad de ser ateos o agnósticos, así como la probabilidad aumenta a medida que mejora el nivel educativo.
En Bogotá y Medellín se concentra el mayor porcentaje de descreídos. El menor porcentaje en la Costa Caribe. Se encontró que son más los católicos o evangélicos que pasan a ser ateos o agnósticos que lo contrario. También se halló que es más probable que un ateo o agnóstico sea hombre que mujer. Mientras que en los hombres heterosexuales los ateos son el 4,5%, en las mujeres heterosexuales son solo el 1,7%. Entre el agnosticismo también hay más agnósticos que agnósticas: 4,3 vs. 2,5%.
Sin embargo, entre los LGBTIQ los porcentajes de ateos y agnósticos son mucho mayores. Un 27,5% de este sector poblacional se declara ateísta, mientras que un 4,5% agnóstico. Entre los LGBTIQ que habitan Colombia la opción de creencia mayoritaria es la de ser creyente no afiliado: 40,9%
El vecindario también se encuentra en cambio. Por ejemplo, México mostró en su último censo de población (2020) que el porcentaje de católicos disminuyó a 77,7%. En 2010 eran el 82,5% y en 1950 el 98,2%. El país azteca también tuvo un crecimiento de los sin religión, entre 2010 y 2020 de 4,7 a 8,1%
Así pues, los resultados que presentan Beltrán y Larrota para Colombia son solo una instantánea de un proceso continuo de diversificación religiosa, pero también de un proceso de descreencia. Es muy probable que en un viernes santo de finales del siglo XXI haya más personas ateas, agnósticas y creyentes no afiliados subiendo Monserrate por deporte, que católicos subiendo para la misa.
Nota. La información e imágenes para este artículo se basaron en el trabajo Diversidad religiosa, valores y participación política en Colombia. Resultados de la encuesta nacional sobre diversidad religiosa 2019, de William Mauricio Beltrán y Sonia Larotta, publicado por la Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia.