Iván Duque va a pasar a la historia como el peor presidente que haya tenido la nación: un mandatario sin carácter, sin personalidad, sin pantalones, sin actitud, sin mayor mérito, que llegó al cargo por privilegio y un golpe de suerte.
Iván Duque pasará a la historia como el sepulturero del uribismo. ¿Acaso en lo sucesivo alguien más va a volver a votar por “el que diga Uribe”? Uribe nos puso a Juan Manuel Santos y a Iván Duque, esa es su responsabilidad política. El primero lo traicionó de la peor forma y el segundo simplemente no da la talla para el cargo. De Duque no gustan ni los uribistas ni mucho menos los de izquierda, los únicos que lo defienden son aquellos pocos que están nombrados.
Todas las razones del paro del próximo 21 de noviembre son ciertas, si bien no ha sido Iván Duque el que ha propuesto reformas laborales y pensionales, sí lo ha hecho su “brillante” ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla y algunos congresistas del Centro Democrático que le deben hasta el aire a Luis Carlos Sarmiento Angulo.
A Iván Duque ya lo arrodillaron dos veces, esta vez lo van a arrodillar para sacarlo definitivamente del cargo. Recordemos que primero le hicieron paro los estudiantes y terminó cediendo en todo, después fueron los indígenas del Cauca y terminó cediendo en todo. Sin embargo, lo peor es que en ambos casos fue incapaz de mantener el control del orden público: los primeros rompieron media Bogotá y los segundos se dieron el gusto de cerrar la vía más importante del país por casi dos meses sin que el presidente hiciera nada.
Lo que se viene no es una marcha, es un paro, que evidentemente será violento y duradero. Duele decirlo, pero con destrozos es que se obtienen los resultados. Para ejemplo ahí están Chile, Ecuador y Bolivia. Gracias a Iván Duque la transición hacia la izquierda es inminente, la gente ya se cansó.