Sin discusión. La actual crisis sanitaria, económica y social tendrá graves consecuencias en millones de colombianos afectados por la pobreza, la miseria, la corrupción y la violencia. El modelo neoliberal gavirista (1994) con su cascada de privatizaciones (Seguro social, Telecom, puertos, empresas estatales y bancos) y liquidación de derechos laborales como la eliminación de las horas extras, sembró un desastre descomunal en Colombia a lo largo de casi tres décadas profundizando la más grave desigualdad social entre un puñado de oligarcas y millones de personas despojadas de mínimos de existencia.
Ya Piketty, el prestigioso economista francés, identificado como el Marx del siglo XXI, escribió textos sesudos y documentados con cientos de estadísticas sobre la agudización de la desigualdad social en el mundo neo liberal. Las grandes riquezas crecieron con los privilegios tributarios otorgados por los gobiernos que ellos impusieron con fraudes y maquinaciones electorales, financieras y mediáticas.
Como la crisis se centrará en las masas pobres, están sugiriendo algunas formulas para asumir los mas grandes desafíos sociales y democráticos. Hay que abandonar definitivamente la teoría del Estado mínimo o aquellas otras que han propuesto un equilibrio entre Estado y mercado, que en ultimas es un neo-liberalismo maquillado por la socialdemocracia europea. Hay que volcarse a fortalecer el Estado y sus infraestructuras institucionales y redes sociales.
Y el primer paso consiste en darle dinero al gobierno.
Carrasquilla habla de una nueva reforma tributaria, pero que miedo que quede en sus manos pro mercado. El Senador Velasco sugiere aplazar pago de intereses de deuda publica por casi 9 billones de pesos. El Banco de la República ha solicitado al Fondo Monetario y al Bid créditos por casi 70 billones, merced a cupos financieros autorizados previamente. Otras voces promueven atenuar regla fiscal para flexibilizar emisión monetaria en armonía con el funcionamiento efectivo del sector productivo y alimentario.
La vía del endeudamiento no es la más conveniente para fortalecer fiscalmente al Estado por los riesgos de corrupción y despojo (ver caso Argentino) que no harán sino complicar la desigualdad.
Una reforma tributaria debería contemplarse como una opción prioritaria y la misma debe orientarse a imponer tributos a las grandes fortunas de 25 mil grandes millonarios con enormes patrimonios tanto en Colombia como en el extranjero.
Estudios recientes indican que ese núcleo dispone de bienes en el extranjero equivalentes a los 500 mil millones de dolares y acá poseen otro tanto de muchos billones.
Recientemente el Obispo de Quibdo nos recordaba que ese pequeño núcleo de oligarcas recibió en utilidades mas de 200 billones de pesos en los últimos 48 meses, pidiéndoles generosidad para que compartieran esas fortunas con el resto de la sociedad. Pero eso es como pedirle peras al olmo. Toca por la vía de los impuestos y la fuerza del Estado con su régimen tributario.
Un gravamen a las grandes fortunas en Colombia debe reportarle al Estado por lo menos 7 mil millones de dolares (28 billones).
Hay que darse la pela. No hay de otra, el neoliberalismo murió y lo pertinente es apalancar el Estado con mas recursos que están en los bolsillos de unos cuantos potentados.
Obviamente la operación no será sencilla. Toca reactivar el Paro cívico del 21 de Noviembre del 2019 porque los ricos solo entienden de lucha de clases y de la presión de la multitud en las calles.