A falta de argumentos, buena una campaña de desprestigio

A falta de argumentos, buena una campaña de desprestigio

Varios columnistas han criticado 'Una vida, muchas vidas', el más reciente libro de Gustavo Petro. Un detractor de ellos se va lanza en ristre contra sus argumentos

Por: César Augusto Patiño Trujillo
octubre 13, 2021
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A falta de argumentos, buena una campaña de desprestigio
Foto: Flickr

Están muertos de miedo. Tiemblan. Esgrimen todo tipo de popó para hacerse pasar por sabios prestidigitadores. No logran conectar una idea seria y bondadosa con la racionalidad y se convierten en peritos para desprestigiar. Han sido excelentes pupilos de Goebbels y están a lado y lado del bestiario político colombiano.

Tienen tan poca creatividad que acceden al temible “repite y repite constantemente una mentira y verás que se vuelve una verdad”, e incluso, se creen el cuentazo para aparecer como aquellos que nos advierten de los “idus de marzo”. Quieren ser los Brutus que salven a la patria de un tirano, como si ellos defendieran en verdad al sumo de la democracia. No admiten que los cesaristas son ellos y aman a su déspota gobernando a la sombra.

Muchos ciudadanos han decidido no creerles más, aunque, siendo justos, los profetas de la maledicencia siguen siendo tozudos y tercos, insisten en sus mentiras para pescar ingenuos en la época de elecciones. Muchos se atreven a llamar a su movimiento Dignidad, cuando representan todo lo contrario, pues ellos son en buena medida portadores de la desgracia que sufrimos hoy al apoyar un voto en blanco; la historia los acusa sin cesar. Otros, montados en un Compromiso Ciudadano, aunque más bien se diría compromiso cetáceo siguen pensando en leer Moby Dick en la segunda vuelta del 22; otros más esgrimen el mismo discurso a nombre del resucitado Nuevo Liberalismo, que más bien parece un viejo amañado y adscrito al tremendista discurso hueco de todos los enemigos del demonio castrochavista.

De la otra orilla, ni qué decir, un rosario de injurias crea los malquerientes del candidato antisistema, y cuando logra publicar su libro, absurdos mensajeros de la falsedad se atreven a dudar de su autoría como si ya no les hubiese demostrado que son al lado de su blanco, unos menores de edad intelectualmente hablando. Todos se han ido en contra de un enemigo al que aborrecen y temen; sin embargo, los argumentos que él pone sobre la mesa, si bien pueden tener algunas grietas, normalmente son certeros, veraces, contundentes, aunque ellos lo tachan de populista, desprestigiando su discurso.

Así es, la figura con la que se está jugando tiro al blanco es el señor Gustavo Petro Urrego. Y seguirán haciéndolo, es su tarea ordenada por el Señor de las Sombras. En estos días de bombazo editorial, su libro autobiográfico ha desatado la lengua de muchos columnistas: el señor Madrigal de El Espectador, los señores Araújo, Jimeno y Lucio en Las2Orillas. Se sabía, en eso radica la insensatez de los contradictores de la voz de Gustavo Petro; en eso radica el sortilegio que sobre el pueblo genera su buena, sesuda y radical pluma y oratoria. Y ese imán que es Petro debe ser neutralizado como sea.

Sus contendores acérrimos van a buscar el triunfo con el mismo y trasnochado discurso antipetrista de 2018; los menos ruines hablan de un Petro en los extremos y radical; los más atarvanes incluso le acusan de promover el delito, caso de la alcaldesa López, que en franca campaña desde el Palacio Liévano acusa a los senadores Bolívar y Petro de promover el vandalismo en Bogotá por intermedio de las primeras líneas. ¡Todo!, ¡absolutamente todo eso es una muy bien montada campaña para desprestigiar a quien logra captar el interés de propios y extraños!

El gobierno, los medios, una buena parte de los mal llamados movimientos alternativos, influencers, las verdaderas bodegas uribistas y de la desesperanzadora coalición profajardista, y cuanto desprevenido ciudadano antipetrista exista tendrá como misión utilizar su bajeza intelectual para repetir y repetir lo que allende los años se ha venido manifestando en contra de la figura incómoda del exalcalde progresista. Las mafias, las mentalidades traquetas, la incoherencia política de algunos ciudadanos y parte de los alternativos harán lo imposible por no permitir que el líder de la Colombia Humana se siente en el solio de Bolívar. Incluso se inventaron ese mote de la polarización para igualar a Petro con Uribe. Hay que estar muy despistados y ciegos para creer dichas mendacidades.

Muy a pesar de la columna del señor Araújo Castro en Las2Orillas, la posibilidad de que Petro llegue a la presidencia en la segunda vuelta es muy alta, las bases populares que tanto critica este personaje no son, como él cree, vacíos cerebros que son llevados como ovejas al matadero; el pueblo sabe quién es su líder, así como la mafia, el traquetismo y la corrupción sabe quién es el suyo.

Muy a pesar de Lorenzo Madrigal, la obra firmada por Petro es de su autoría. En caso de no ser así, deberá mostrar las pruebas, porque partir de una opinión y un supuesto le resta la poca seriedad y credibilidad que posee el veterano empleado del El Espectador. Increíble es que un diario respetable como este permita, a nombre de la libre opinión, azuzar el desprestigio del candidato de una buena parte de la ciudadanía colombiana.

Considero que es absolutamente reprochable que este columnista, sin asegurar la veracidad de su afirmación, deje inicialmente en el aire la dudosa autoría del libro Una Vida, muchas vidas, del exalcalde de Bogotá: “El libro de Gustavo Petro o, mejor, el libro de mi admirado Hollman Morris, quien debió escribirlo, porque Petro con qué tiempo, al aparecer como autobiográfico, resulta autoelogioso. Y el elogio propio no enaltece, dicen los libros sagrados” (Lorenzo Madrigal en El Espectador, 10 octubre de 2021). Lo peor de todo es que asume como verdad absoluta lo que emiten los Libros Sagrados, ¿sagrados para quién, señor Madrigal?, ¿aún jugando con la emocionalidad religiosa de la gente para sostener vacíos argumentos?

Más adelante, este columnista, ya no deja en el aire, sino que certifica: “En cuanto al propio candidato del socialismo hay que reconocer que no desmiente su ideología, expuesta sin tapujos a lo largo del escrito de Hollman” (Lorenzo Madrigal en El Espectador, 10 octubre de 2021). Qué dificultad para aceptar que el personaje que tanto desprestigia es, sin duda alguna, mil veces más brillante que sus detractores no gratuitos, y eso es lo que los pone al borde de un ataque de nervios. Son sencillamente aduladores del sistema oprobioso que nos gobierna.

Para empeorar la campaña de descrédito, el excomandante del M-19 Carlos Alonso Lucio se atreve a acusar a Petro de mentiroso y de tener un problema de personalidad; mejor dicho, le hace ver como una especie de enfermo mitómano y megalómano. Basta con leer su camorrera columna: 'Los delirios mentirosos de Petro en su nuevo libro' para entender que sumarse a una campaña contra el líder de las encuestas no exige demasiado ejercicio intelectual a sus detractores, oscuros personajes a los que hace rato les llegó la noche para mostrar grandeza humana.

Y si finalmente el señor Jimeno pone en el mismo renglón torcido a Uribe y a Petro, pues apague y vámonos. Con nulo ingenio, repite y repite sin cesar los cantos trillados de la campaña. No solo desacredita al senador de la Colombia Humana; se atreve, sin ningún tipo de vergüenza, a reprobar y tachar a sus electores de “menos educados”, “a los más resentidos” y a los que “leen hasta 40 caracteres” en consonancia con los “descontentos”. (Aquí son Petro y Uribe los machacados por la lumbrera intelectual del columnista). No es mi intención contar los ya muy trasnochados mantras repetidos sin cesar por Jimeno, pero algo es coincidente con todos los columnistas citados: están temblando ante el renacer de una democracia participativa llena de colores en todas direcciones.

No, señores especialistas del desprestigio. No van a lograr su objetivo. Gustavo Petro, con errores y todo, es una luz de la democracia; sus enemigos lo saben y sienten en peligro sus intereses políticos, personales y aún más, su orgullo. Petro los sienta en el butaco y les da cátedra, señores.

La población colombiana ha logrado desasirse de las arbitrarias falacias desnudadas por el discurso inteligente del exalcalde de Bogotá, y sin esperar un gobierno parecido al del Cristo del milenio, podemos, en todo caso, asegurar que, en caso de triunfar, como creo que va a ocurrir, sus actos de gobierno tendrán una base ya demostrada en la alcaldía de Bogotá: la política del amor que los señores columnistas jamás podrán comprender, pues, tan simple y sencillo es que la palabra manifestada por la boca desnuda sin ambages el color del alma y el sonido virtuoso o rechinante del espíritu y el corazón.

Señor Petro, ¡por favor!, más libros, con ellos ayudará a desnudar y exponer ante la opinión pública todos los demonios que serán exorcizados, como está ocurriendo en este momento, con sus ideas expuestas en su pluma generosa, decorosa y valiente.

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