Con el pretexto de la pandemia, el presidente técnicamente cerró el Congreso y dejó sin piso a los congresistas. Estos no solo carecen de capacidad para reunirse y legislar, sino que también, a causa de su aislamiento y la falta de auxilios parlamentarios, perdieron el control político sobre sus alcaldes y gobernadores.
Ahora, los gobernantes regionales no tienen que arrodillarse ante sus congresistas y caciques regionales, sino que el dinero lo obtienen ya y ahora, directamente de la presidencia.
En otras palabras, a falta de apoyo político en el Congreso, el ejecutivo lo encontró entre los alcaldes y gobernadores por medio de los auxilios a manos llenas. Esto es lo que los pasteleros llaman voltear la torta, para que esta se hornee por el lado más crudo.
En consecuencia, en este momento, el jefe de la oposición no tiene cómo, ni cuándo, ni dónde, ni con quién ejercer su función fiscalizadora.
A la larga, Duque le está demostrando a Petro que no es tan tonto como creía y pregonaba burlonamente, en sus tuits, a los cuatro vientos.
Con los auxilios directos, el presidente está fortaleciendo a los alcaldes y gobernadores. Les está dando autonomía, otorgando presencia mediática y desatando de las ataduras que los caciques regionales usaban para chantajear y arrodillar a los pobres gobernantes regionales, quienes ahora tienen contacto directo con el alto gobierno.
Vimos en el anterior artículo cómo opera el sistema de licitación con tres cotizaciones, en el cual el mandatario local tiene un arma legal para burlar la vigilancia de la Procuraduría y de la Fiscalía.
Adicionalmente, el hecho de tener la oportunidad de repartir mercados es un arma estratégica de incalculables proporciones, que le permite al gobernante local fortalecer su propio territorio electoral y hacer añicos el de sus oponentes.
Duque se está convirtiendo en el mejor alumno del inefable Turbay Ayala, reduciendo la corrupción a sus “justas proporciones”. El mensaje es muy claro: alcaldes, libérense de sus amos, amplíen su electorado sin alianzas dañinas, aseguren su reelección, no dejen morir la gente de hambre y tengan las tres cotizaciones listas de cada licitación para tener contento al procurador y al fiscal.
Como no existirá vacuna para la enfermedad en los próximos dos años, entonces tendremos vigente durante un buen rato la emergencia sanitaria. Por lo tanto, se mantendrá la prohibición para efectuar reuniones de más de 50 personas (léase, Congreso cerrado y la imposibilidad de efectuar manifestaciones petristas cada dos días).
A este paso los alcaldes petristas resultarán siendo más duquistas que el mismo Uribe.
