Quien le escribe, al margen de ser una persona de más de 65 años, se permite, de manera respetuosa, insinuarle como elemento de respiro espiritual para su obcecado estilo de hacer una serie de vituperaciones al extinto comentarista Édgar Perea. Quiéralo usted o no, el señor Perea no es ese personaje que usted, desde su rabia intensa, quiere mostrarle a todos los lectores en su artículo y, por qué no, válvula de escape para que personas como usted puedan exteriorizar el veneno mortífero que a no solo ha acumulado, sino que además quiere multiplicar en quien de manera ingenua lo lea a usted.
Así dadas las cosas , señor Sánchez. continué su trasegar, pero sin indignación y no deje que un diablillo Uribista se enquiste en su alma. Ya harto tuvimos con el mandato del Señor Uribe , con los actuales discursos de doña Paloma Valencia o de la representante María Fernanda Cabal, o las posiciones nefastas que, como pájaros de mal agüero, brotan de las bocas del senador Rangel o del ya pasado de moda José Obdulio que, en coro celestial con el procurador Ordoñez, empiezan a tejer la manta política para treparse nuevamente en el poder.
Interesante que en su nota sea usted quien establezca la diferencia entre un costeño bullanguero del norte del país, que culturalmente pueden manifestar sus pensamientos sin tratar de menoscabar la sensibilidad humana. Expresiones que usted utiliza para juzgar y poner en boca del señor Perea como "Payasitos Azules" Paquidérmico" y algunas más, son un grano de arena en el desierto en comparación con originar desapariciones forzosas, acallar lideres sindicales, ofrecer dádivas para comprar mayorías, o "voltearepismo" ideologico religioso como el de su jefe de corte antioqueño. O acaso no recuerda las visitas en campaña a las catedrales religiosas, porque la otra ya la conocía, o la visita a templos de otro corte religioso. Tenga en cuenta usted, señor Sanchez, que esta no es la silla eléctrica deseada por Pacho Santos, para sentar periodistas o estudiantes. Esta es una de las dos orillas en la que se mira y se despide a un señor periodista; a un Costeño como la mayoría bullanguero noble. Recuerde usted Señor Sánchez, aunque usted no lo acepte, que Junior es tu PAPÁ.
