A desbloquear la sexualidad: consejera sexual

A desbloquear la sexualidad: consejera sexual

Es posible condicionarse con las experiencias vividas en la infancia y sobre todo las de carácter sexual. Una perspectiva

Por: Ahinoa Quin
junio 03, 2021
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A desbloquear la sexualidad: consejera sexual
Foto: Pixabay

No es un juego que te hagan creer que algo malo es un juego. Alguna vez leí en un artículo sobre el abuso sexual, que una famosa diva de la farándula internacional mantuvo por muchos años su silencio respecto al abuso que sufrió cuando era una niña por parte de un pariente suyo. Para sorpresa de millones de personas, ella confesó que disfrutaba de esto y consideraba que no había generado trauma alguno en sus relaciones sexuales como mujer adulta.

De no creer, estos casos también se dan y no es un cuento. Cuando ella lo confesó el mundo quedó tan impactado que en estos momentos encontrar esta información por internet es muy difícil, pues pese a su publicación es posible que la artista hubiera puesto restricciones en las redes sobre estos reportajes.

Ella lo tomaba como juego, porque le hicieron creer que era un juego. Le hicieron creer que todas las niñas pasaban por lo mismo, le crearon costumbre, hábito y rutina. “Yo sentía placer con lo que sucedía”. Su madre nunca se enteró, porque el abusador le creó un aura íntima y sentimental de complicidad y confianza, que a la final le termina gustando a la víctima: “Es nuestro secreto”. Es como el pacto de un juego y, en algunos casos distintos, la rutina se vuelve frecuente bajo el esquema de sentirse culpable cuando no se realiza el acto o rutina. Quedó programado esto como un deber que se vuelve placentero.

Científicamente, ella estaba programada, porque alguien la programó y la acostumbró a creer que esto era algo normal en su proceso de crecimiento y como hubo silencio en todos esos años no hubo escándalo que permitiera que emocionalmente se produjeran sentimientos de culpabilidad o reacción de que algo no estaba bien.

Si las cosas no te van bien en tu vida sexual, es porque tampoco van bien en tu vida interior. La mayoría de gente no se da cuenta de que la esfera física es una impresión de las otras tres esferas: mental, emocional y espiritual. Son como las esferas de Dragón de Ball Z. Cada esfera representa un poder, pero solo son más efectivas cuando están juntas.

Te guste o no, lo entiendas o no, estamos condicionados por la programación mental que adquirimos de nuestros progenitores, maestros, amigos, familiares etc. Esto quiere decir, que hemos adquirido ciertas formas de pensar, sentir, actuar y eso nos ha llevado a una serie de resultados en nuestras experiencias sexuales que están condicionados por programas mentales que nos han incorporado lentamente a través de generación en generación.

Alguna vez te has preguntado: ¿cómo estás condicionado para el sexo?, ¿qué oíste, viste o experimentaste cuando eras aún niño o niña?

Con lo que respecta a éstas preguntas, algo que me parece muy curioso y que he logrado comprobar en algunas personas, conocidas y otras no, es que la sexualidad es tan inherente al ser humano como la vida misma, tan sabía, pura, apasionada, vibracional y fuente de luz, siempre y cuando no haya sido etiquetada frente a ti como sucia, vulgar o inapropiada cuando apenas tenías uso de razón. Y si esto último hubiera ocurrido en tu vida, también influenciaría en tu manera de tener sexo, porque desde pequeño te inyectaron esta idea como la correcta y verdadera.

Con relación a la historia de la artista de Hollywood que confesó haber disfrutado durante su abuso sexual cuando era una niña, esta situación real me recuerda un texto que leí del libro del ya fallecido sacerdote jesuita y psicólogo, Anthony de Mello y que cito aquí como referente a los tipos de programación sexual que se pueden desarrollar por las situaciones vividas por cada uno de nosotros.

Es importante decir que este fragmento del libro lo más probable es que cause ampolla en los lectores, pero mi intención es solo que seamos conscientes de cómo es posible condicionarse con las experiencias vividas en la infancia y sobre todo las de carácter sexual.

Fragmento del libro La iluminación es la espiritualidad Anthony de Mello:

Estamos programados

Para mí, muchas veces es difícil combinar los roles de padre espiritual y de psicólogo. Vienen a ti a que les des un concepto moral que los tranquilice y, si resulta que lo que necesitan es una terapia y se la das, se escandalizan, y entonces creen que les has dañado en sus sentimientos o creencias. A nadie has hecho daño, sino que has llamado a las cosas por su nombre. Es vuestra programación la que os hace sufrir.

Un día vino un señor desesperado, porque otro señor había estado tocando los genitales de sus dos niñas de pocos años, y él, que le sorprendió, quería matarlo. Y las niñas estaban ahora llenas de miedo. No por lo que sucedió, sino por la reacción de los padres ante el hecho. El padre no quería ver esto y me miraba como si yo estuviera loco. Su programación no le permitía ver que, si él hubiese reaccionado como si nada hubiese pasado delante de las niñas, éstas lo tomarían como un juego y nada alarmante quedaría registrado en su mente.

Aparte, tú sí puedes pedir explicaciones, romperle las narices o tratar de reaccionar con el señor que tocó a las niñas. Pero si estás programado porque la acción en sí es pecaminosa y porque tus niñas han sido mancilladas, y todas esas cosas de nuestra cultura, estarás atrayendo hacia ellas tus alarmas y tus miedos mucho más que los tuyos, pues ellas, que no están programadas, registrarán en su mente una alarma que unirá al acto en sí, sin más explicación y para siempre tendrán miedo a todo lo que se relacione con ello. Un miedo

que será inconsciente, irracional, y por ello mucho más peligroso.

 En cuanto al señor que tocó a las niñas, en el peor de los casos era un ser enfermizo, con una sexualidad sin desarrollar, y no el sádico y perverso que se suele ver en él.

¿Que hay que defenderse de él?, de acuerdo, pero si estás despierto, llamarás a las cosas por su nombre y te darás cuenta de que los miedos que provocas sobre él son los mismos que metieron en tu infancia ante actos similares.

Si piensas con realismo, verás que el prójimo — igual que tú — es miedoso, infantil, egoísta y estúpido. Y no es que lo sea, sino que es su programación lo que hace que se muestre así; nadie te defrauda en la realidad. Es el juicio que tenías de la persona (de cómo «debería» de ser) lo que te ha defraudado, porque está sujeto a conceptos. Los conceptos no son más que añadiduras que ha puesto tu cultura.

Sííííí, respira y vuelve a leerlo cuantas veces te sea necesario. Yo lo hice, es posible que tú también necesites hacerlo de nuevo y posiblemente estés listo para responderte a la siguiente pregunta:

¿Ves cómo no es extraño que tu vida sexual sea parte de un tabú colectivo?

Piensa: ¿Crees que un niño o niña sale del vientre materno ya con sus actitudes hacia el sexo o crees que se le enseña a tratar con él?

Lo que yo pienso, y creo que estás de acuerdo conmigo, es que se les enseña a cómo pensar y actuar en relación con el sexo.

A ti y a mí nos pasó lo mismo, creo que a todo el mundo. Desde la escuela, los padres y la familia, intervienen de manera contundente en estos aspectos sexuales de manera directa.

Mi caso personal

Recuerdo cuando era niña, que mi madre insistía en decir a familiares y amigos cercanos que no permitía que una persona ajena a ella me bañara. Decía frases como éstas: "Que cuento que los tíos y primos me vayan a bañar la niña, eso se presta para que la manoseen, para que me la estén tocando".

La verdad yo no entendía muy bien el término o palabra "manoseen". Lo único que sí entendía, porque leía el rostro de mi madre, era que esto le generaba mucho malestar o disgusto y por tanto no debía ser "bueno" o más bien, "malo". Y pensaba también, que algo "malo" pasaba entonces al estar yo desnuda. Me sentía muchas ocasiones atemorizada cuando ella hablaba de nuevo de esto con diferentes personas, y más cuando terminaba la frase con estas palabras: "¡Ay, donde yo me dé cuenta que un hp esté haciéndole algo a mi hija, lo mato! Quiero aclarar que no estoy juzgando a mi madre y más ahora que ya no está conmigo en este plano tierra.

Solo estoy siendo una observadora consciente de las diversas situaciones que experimenté en mi infancia y que fueron resultado de la programación que mi madre tenía respecto a este tema tan debatido y poco comprendido. Lo que veo a través de generaciones es que el sexo, se le ve como algo impuro, vergonzoso.

Entiendo que esto sucede es porque no es sencillo hablar de sexo para muchas personas. Veo que se siente culpa o vergüenza por algo que nos hace sentir felices y gratificados. Muchas veces utilizamos la culpa en un intento de sentirnos mal por algo que se siente bien, y así te reconcilias con lo que la sociedad aprueba o con lo que tu "Dios" aprueba. Con ese Dios que "tú crees" no quieres que te sientas bien. Me encanta traer nuevamente como referencia lo que dice Dios el libro "Conversaciones con Dios 1": "Si no quisiera que os divirtieras, no os habría dado los juguetes".

No te di nada vergonzoso, menos que nada tu cuerpo y sus funciones. No hay necesidad de esconder tu cuerpo o sus funciones, ni tu amor por ellas ni por ambos.

Tus problemas de televisión no piensan nada de mostrar violencia desnuda, pero evitan mostrar amor desnudo. Toda tu sociedad refleja esa prioridad.

Cada día que pasa soy más consciente de que todo lo que piensas y sientes referente a ti, a tu ser íntimo, a tu placer, a tu yo del amor, a tu yo del sexo son solamente programas culturales que nos han condicionado y como tal hemos reaccionado. Muestra de ello, son las innumerables personas que pasan día a día por mi spa y que les leo en sus palabras, movimientos, tabúes, frigidez, impotencia, llanto, sonrojo, lujuria o total apego o indiferencia referente a su sexualidad.

Recuerda. La vida y el sexo son el regalo y el placer más grande.

Los espero en mis próximos artículos. Y me encantaría leer sus comentarios.

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